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18 RELIGIONES DOMINANTES EN CHINA Filosofia moral.-Muy digna de su dogmática es la filosofía moral de Lao tse. Aunque, naturalmente, no con la claridad y expresión que en la doctrina católica, en el Tao-Tei-Kin se habla sin ambages ni rodeos del dogma de la vida futura, consolador para el alma cristiana y base de toda moral seria. Hagamos un ligero resumen de los puntos princi– pales de la moral de Lao tse. 1. 0 El hombre debe esforzarse por imitar al Tao e identificarse con él. <Si el hombre, dice el capítulo 23, se entrega al Tao (Ser divino y fuente de toda existencia) sin reserva alguna, identificase con él; si se entrega a la Virtud (Ser divino también e instrumento por el que todo ha sido hecho), se identifica con la Virtud; mas si se éntrega al crimen, identificase con la vergüenza del crimen•. 2. 0 El hombre debe aplicarse al conocimiento de sí propio. En el capítulo 33, dice: «Quien a los demás hombres conoce, es instruido. Quien se conoce a si mismo, hállase iluminado y rico de una vida inte– rior. fuerte es quien sabe vencerse. El que muere y no perece, goza de eterna longevidad,. Es decir, según reza la glosa, su corazón muere, pero el alma vive para siempre. El alma sensitiva se apaga, mas el alma racional conserva su luz y su vida. V el cuerpo humano, según otra glosa, es como la envoltura de una cigarra o la piel de una serpiente. Nuestro paso por este mundo es de un sólo día. Así como la envoltura de la cigarra se seca y la piel de la serpiente se descompone, pero el animal, cigarra o serpiente, no muere... así, no obstante los cambios que se llaman vida o muerte, la naturaleza del sabio, del que se conoce a sí propio, del hombre virtuoso, conserva su ser natural y no perece. He ahí la verdadera longevidad, en frase de Lao tse. 3. 0 Saberse reprimir y vencerse a sí mismo; es decir, aplicarse a refrenar sus propias pasiones in principio, cuando comienzan a brotar en el corazón; he ahí, según Lao tse, uno de los medios más eficaces de perfección. «El mayor de los males que el hombre puede cometer (capítulo 46 ), es el de los deseos desarreglados, y la mayor calamidad para el corazón humano, es el tormento de los remordimientos, conse– cuencia necesaria de ese gran pecado. Así como el deseo de adquirir es una gran desgracia para el hombre, en cambio, el que sabe vivir con– tento con su suerte, es realmente feliz». V en el capítulo 64, afiade: «Impedid ese mal antes que cobre fuerzas y eche raí~es. Un árbol gran– de se hace de una raíz flaca y débil como un cabello; una grande torre comienza a construirse por un puñado de tierra; para un viaje de mil kilómetros, ha sido preciso dar el primer paso». 4. 0 El sabio, el virtuoso, no debe en manera alguna poner su fe– licidad en los placeres de esta vida que luego pasa. •La música melo-

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