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TAOISMO 17 sm imagen; es impenetrable. Si le buscáis, no os es posible hallar su rostro por delante, ni la espalda por detrás. El divino Platón, dice Abel-Remusat (1), que creía en el dogma mis– terioso de la Trinidad (2), parece como que tenía miedo de revelarlo a los profanos. Por eso lo encubría con tupido velo en su famosa carta a los tres amigos; y en la que escribía a Dionisio de Siracusa, le anuncia que se lo explicará por enigmas, no suceda que, viniendo sus tabletas a manos de algún desconocido, éste no pueda leerlas ni comprenderlas. No lo hizo así Lao tse, y es lo cierto que una de las cosas que con más claridad y expresión se dicen en su libró, consiste en afirmar que un Ser Trino ha creado el Universo. •El Ta0, dice en el capítulo 42, ha producido Uno; Uno ha producido Dos; Dos ha producido Tres; Tres ha producido todos los seres. Los seres todos huyen de la calma y buscan el movimiento; un soplo inmaterial forma la armonía,. Uno de sus discípulos, Li-se-tsai, dice comentando este texto: •Cuando el Tao hallábase como reconcentrado en sí mismo, Uno no existía aún; Dos tampoco existía, porque Uno no se había dividido todavía ni di– fundídose por el Universo para formar los seres. Desde que hubo Uno, es decir, desde que el Tao se difundió al exterior, al momento hubo Dos; Dos han producido un tercer principio y formado la armonía. El soplo de la armonía o tercer principio ha producido todos los seres,. Un poco obscuro es, como se ve, todo esto; pero maestro y discípulo insinúan el admirable misterio de la Trinidad. En el capítulo 51 habla de la providencia divina cuando dice: < El Tao ha producido todos los seres. El los conserva y los hace crecer, los alimenta y protege. El que ha creado todas las cosas, de ninguna de ellas tiene necesidad; no se gloría de la creación, pero reina sobre todos los seres y los hace libres». V en el capítulo 73 se refiere a la justicia de Dios, cuando dice: •La red del cielo es inmensa, y si bien sus mallas son anchas, nadie puede escaparse de caer en ellas,. Uno de sus admiradores, explicando este texto, dice así: •El cielo no lucha con los hombres, pero triunfa de to– dos ellos. Sea cual fuere la severidad de las leyes penales de un Reino de la tierra, hay culpables que consiguen evitar los castigos que les son debidos. La red del cielo, dice el maestro, es vasta; sus mallas anchas, pero ni uno sólo de entre los hombres puede librarse de recibir el cas– tigo que por su culpa merezca,. ¡No olvidemos que Lao tse vivió en este mundo por los años 700 antes de Jesucristo! (1) Memoire sur la vie et les ceuvres de Lao !se. (2) Entiéndase bien esta afirmación del notable sinólogo; porque el dogma de la Trinidad es un dogma esencialmente cristiano, y no judío, ni mucho menos platónico. 2

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