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~I c::=@::.=J 11 c::=@::.=J 11 e:©=l l[c::::©:=::i 11 c::=@::.=J 1~ PRELIMINAR Por el estudio de las religiones de la antigüedad en su origen y en sus formas diversas, fuera tarea fácil comprobar que la doctrina de la unidad de Dios nunca se ha borrado completamente de la coociencia de los pueblos. Alterado, disfrazado, desfigurado y todo, el monoteismo se ha conservado como un débil recuerdo, como un eco lejano, como un resto inmortal de la religión primitiva del género humano. A través de esa multitud de dioses creados por la imaginación de los pueblos, aparecía un Dios Supremo, al cual todos los otros dioses le estaban subordinados. Comenzando por el sistema mitológico de los griegós, no se hallará una teogonía en la cual esa jerarquía de celestes poderes no termine o tenga por resultado un poder soberano que los domine y les conduzca a la unidad. Aunque esta subordinación de divinidades inferiores a un Dios soberano estaba muy lejos de expresar claramente el dogma de la unidad de Dios, lo insinuaba, sin embargo, cual creen– cia primitiva, de la cual la humanidad fuera separándose gradualmente. V lo que decimos de la idea de Dios, podemos afirmar también del conjunto de las verdades que constituyen lo que ordinariamente llama– mo-:; la religión natural, tal como la inmortalidad del alma, las penas y las recompensas de la vida futura. Cierto que, aun en esto, errores de diferente naturaleza habían pervertido el sentido religioso y moral de las mismas, pero no en tal grado que no existiesen vestigios compro– bativos de lo que fueron las creencias primitivas del género humano. Esto demuestra que no ha habido en la historia de la humanidad época alguna en la que la luz de la verdad haya faltado completamente a los hombres. Si el espectáculo sublime del Universo no hablaba de lleno al corazón rle muchos mortales; si la voz de la conciencia veíase con frecuencia ahogada por el grito de las pasiones; si la verdad no llegaba sin mezcla de errores por el canal de la tradición, sin embargo, este triple testimonio no había perdido absolutamente toda su fuerza,

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