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EL FRAKCISCANIS~!O DE LOPE DE \.EGA, T. F. E inmediatamente pone la nota seráfica: Ya no vivo, ya no soy; en mí viva Cristo Santo. 7 El cuadro de la j1wentud de San Francisco que trazó Celano pa– recía contraponerse al de los Tres Compañeros y al de San Buenaxen– tura, y suscitó en algunos franciscanistas la duda sobre la castidad vir– ginal del Santo. ¿ Cuál es la posición de Lope en este asunto? Lope ha interpretado la juventud de Francisco en suprema castidad. Ya en el primer acto de El Serafín humano le vresenta sin caer en las seduc– ciones del mundo. Pero no se ha contentado con eso, sino que ha que– rido, además, hacer la apoteosis de la castidad del Santo. Dice: "Véase un monte y sobre él un jardín y el Padre San Francisco en medio, en pie, coronado de rosas y con dos manojos de -flores en las manos." (Dentro, música.) Esta pura honestidad tuvo Francisco en d suelo ... Como 1 o están estas flores. fué en el alma y en el pecho ... Así en el número está de las Vírgenes y Santos. El hecho de la vida del Seráfico Padre que más yersos y más be– llos ha inspirado a Lope de Vega es el de la impresión de las Llagas. A ellas dedica sus más lindas comparaciones y elogios: Esos divinos clavets, dulce afrenta del ahril. El suelo vuelven vuestras plantas cielo cuando en él las imprimís. A ellas ha dedicado romances enteros, describiendo su impresión. Pero lo más singular es el modo con que Lope concibe el hecho de la

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