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EL FRA'sCISC\XIS~lO DE UJl'E llE \·El;_\, T. F. 5 imposible dejar ele admirar la ardiente efusión mística de algunos trozos." Insisto en que aquí no consideramos estas piezas dramáticas como obra literaria, sino simplemente como reflejo del hecho franciscano, y en este concepto es exactísima su comparación con el "calidoscop=o": d enlace dramático es vio 1 ento, como los saltos de las briwas en el iuguete; pero las composiciones individuales son encantadoras. La figura central de todas e~~tas obras es San Francisco, y el símbolo que Lope ha tomado de la vestimenta serúfica para designar la Orden es la cuerda : j Oh cuerda santa, con ésta pone el alma al cielo escalas ! La vida de San Francisco, con sus hechos principales, se va des– envolviendo en versos únicos ele Lope. La enfermedad que en la juven– tud de San Francisco introdujo en su alma primera inquietud, es– tuvo dominada, sin duda, de los sentimientos que Lope pone en boca del alegre mercader : Y o me vi muerto en una cama echado, tomando a mi sepulcro la medida. donde he visto, Sdíor, el triste estado de nuestra brz'Ye e inconstante vida. Allí me imaginé desamparado del alma, que a la carne estaba y los sentidos ele r¡uien era dueño. durmiendo l 11 inmortal y eterno sueño. ¡ Oh Francisco dormido y olvidado. ya es tiempo qnc te acuercks y recu rclc., ! j :\cuérdate y recuerda y no se un hombre, un alma ele quien Dios se anwrcla ! Son los pensamientos, naturalmente, de un asceta que medita en la caduc:dad del cuerpo, en la vanidad de la vida y en el obscuro por– venir. Sin embargo, la nota franciscana se deja ya percibir en el des– pertar del alma, que se siente envuelta en la mirada amorosa de Dios.
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