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_______R_•L_F_fu_A:,¡_,c_r_s_cA_N_IS~IO DE LOPE DE VEGA, T. F. 3 es eterno, pues, como dice el autor de la campana: "Sé de tu siglo y serás eterno". Además, Lope de Vega fué franciscanista por su propio tempera– ill''nto, que respondía acorde a la índole del ideal seráfico. "Difícil s,'rá -decía Goicoechea en el Centenario de San Francisco-, rebuscando en los más olvidados rincones de la historia, hallar una existencia huma– na más fuertemente impregnada que la del santo de Asís por los dos grandes manantiales de vitalidad que se llaman el sentimiento y la acción." Y en otra parte: "El modesto hijo de Pedro Bernardone y de Pica de Bourlemont es, desde el punto de vista dé la sentimentalidad, un canto no escrito, sino viviente a los grandes dolores humanos; na– die ha tenido mayor delicadeza para estimarlos, mayor piedad e indul– gencia para compadecer1os; más alegre resignación para sobrellevar– los. Explícase así cómo, constituyendo la existencia entera de San Francisco una divinización, a la yez, del amor y del sufrimiento, se hayan apoderado de su figura el arte y la literatura para convertirlo en permanente asunto de inmortales creaciones." Esos dos manantiales de vitalidad: el sentimiento y la acción, son !os dos polos sobre los que giran la vida y obras del Fénix. Para con– vencerse de ellos basta leer su vida, llena de apasionamientos huma– nos y divinos y dotada de una movilidad sensitiva enorme. Por estas cualidades ele su personalidad pertenece Lope a la pri– mera ele las cuatro formas del pensamiento real e histórico que J\Iüller ha señalado: a la que él llama cósniico-orgánfra. Lo distintivo ele tales pensadores es que "piensan sólo con las categorías de lo viviente. El mundo entero es cambio viviente en el ser duradero". Así Heráclito, Platón, Buenaventura, Goethe, Hegel y Lope de Vega, añadirnos ahora. En esta modalidad del genio forzosamente han de tener resonan– cia movimientos como el franciscano, hecho de amor y de acción, y no sólo de inteligencia. "El alma franciscana-dice el P. Cuthbert– será siempre refractaria a una enseñanza totalmente académica. Tie– ne muchísima afinidad con las realidades de la vida en las que el alma humana entera, y no sólo la inteligencia, se engrandece y conquista su

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