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EL FRAXClSCA'.\lS:',10 DE LOPE DE VEGA Es piadoso, es temeroso de Dios, tiene las entrañas llenas de gran caridad; no reposa ni descansa predicando el Evangelio. Si le prendes, si le matas, vendrán infinitos luego al honor de la guirnalda del martirio, predicando su ley, porque no acobarda la muerte a los sacerdotes de Cristo. 41 Termina el P. Alern;;on su programa del ideario seráfico con un ele– mento que él llama nada menos que formal: "El desasimiento absolu– to llevado hasta la pobreza extrema." Conviene., sin embargo, notar, con el P. René de Nantes, que no hay que codundir el primer puesto con la perfección. Dice: "En el ideal sublime de San Francisco la po– breza evangélica debe tener el primer puesto." "En efecto, la pobre– n es t>l carácter que más debe distinguir a la Orden franciscana de las demás. No ros engañemos, sin embargo; porque si leemos la vida de Sah Francisco, si repasamos las enseñanzas que daba a sus discí– pulos, veremos que, si sus preferencias eran por esta virtud, es por– que la consideraba corno h madre de todas las otras, como el camino más infalible para la santidad, como la llave que abre los tesoros es– pirituales; pero no ella misma la perfección." A este amor de San Francisco a la S1.nta Pobreza va unido de un modo singular otro espíritu netamente franciscano, es el caballeresco, que tanto influyó en sus primeros años. "Hasta el término de su vida -dice el P. Cuthbert--acompañará a Francisco este sueño e1.balleres– co, que será la principal influencia terrena que se advierte en el curso de su existencia. Dejará muy atrás sus primeras ambiciones munda– nas, transformará su último objeto, manejará otns armas de comba– te, mirará, en fin, la vida con mayor amplitud; pero se considerará siempr-e caballero andante y la ley que le gobernará en todo momento será el código de la caballería: esfuerzo denod1.do, amor rendido, ama-

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