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40 FR. l\IAURICIO DE BEGOÑA, ú. F. lvL CAP. -------------- Dios es quien puede dar vida; váyase, hermano, y olvide agravios; que Dios con los que olvidan agravios está muy bien... El amor a Jesús y a los prójimos por Él se manifiesta en lo que es la corona del ideal franciscano: el apostolado, el espíritu misionero al que San Francisco ha cons·tgrado momentos emocionantes de su vida y el último capítulo de su Regla. En otra de sus obras, Los primeros niártires del Japón, ha dado también nuestro poeta la última pincelada al cuadro de sus ideas fran– ciscall'tS; con esta del apostolado. San Francisco clama: ¡A la cosecha nos vamos ; sazonada mies pen\emos ! Y refiriéndose al Japón, añade: ¡Que Cristo traiga aqueste imperio a su Iglesia l El mismo hábito franciscano es para Lope argum~nto de aposto– lado: Pues si la vida es milicia, el hábito militar de Francisco es sin segundo para honrar y engrandecer la fe ... Pero la personalidad íntegn del misionero franciscano está traza– da en los s:guientes versos en que Lope se refiere a un misionero de la . ' 'l Orden, el P. Navarrete: · · ·
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