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2 FR. MAURICIO DE BEGOÑA, O. F. M. CAP. ----------- t1uestras Letras han ejercido con respecto a las verdades católicas. Mientras Calderón ha sido llamado el Esquilo español por el imponen– te simbolismo, divinal y humano, de sus dramas y por la sonora rotun– didad de sus estrofas; Lope de Vega pudiera compararse, prescindien– do de su espontaneidad hispánica y, por tanto, no tan esmerada, con el prototipo del literato griego, Sófocles, flúido y dulce, sin carecer de fuerza, en cuyos labios las abejas áticas labraron un panal. .. Calderón es el misionero de los misterios sublimes y hondos del cristianismo y de los enigmas edipeos de la libertad humana ante el destino providencialista, pero impenetrable; Lope de Vega es el mi– sionero de la ternura, de la verdad evangélica y del gozo del hombre, al recibir las alegrías de los misterios más amables. Quizá por esto mismo haya sido el misionero del francisca– nismo. Dentro del Cristianismo surgió en la Edad :\Iedia, corno floración de un rosal de Pestum, que dos veces reflora, el movimiento francisca– no: el franciscanisrno con un valor de tanta humanidad sobrenatural que no ha sido necesario pertenecer a nfoguna religión para admirarlo y quererlo, siquiera sea como simple fenómeno de espiritualidad se– ductora. Y se puede asegurar, sin temor a rectificaciones, que en ninguna li– teratura del mundo, científica o artística-y no me olvido de Dante, ni Manzoni, ni Rubén Darío, ni Amado Nervo-, en la que San Francis– co, su obra y su ideal, hayan tenido más amplia y fiel resonancia que en la obra gigante de su hijo terciario, Lope de Vega. Unicarnente ex– ceptuaría de esta afirmación al Seráfico Doctor San Buenaventura y a San Lorenzo de Brindis. ¿ Por qué Lope de Vega ha reflejado tan maravillosamente el fran– cisc.anismo ? En primer lugar, porque ese espíritu franciscano estaba en el am– biente del Siglo de Oro español, tan franciscanista, que, según la com– p;=¡_ración de Mella, era como un injerto hundido en el tronco nacional. I .ope, corno genio que era, cumplió la aspiración de Schiller: el ser el f'CO, el altavoz de su siglo, y lo reflejó en toda su integridad, y por eso

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