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lsL FRANClSCANISMO DE LOPE DE VEGA En mi pobre religión quiero que hagas profesión; no te espante su aspereza, si quieres de la riqueza gozar de la alta región. 37 Pero notemos que es una penitencia dulce y humana, pormenor ex– quisito que tampoco ha escapado a la visión poética del ideal seráfico que tuvo Lope de Vega. A l 1 tentación de San Francisco por parte de la sensualidad le ha dado un sentido de dignidad de la propia carne, desti– nada a una misma gloria con el alma: sentido que es muy seráfico y humano. Habla h carne : ¿ Soy yo tu esclava, mi bien? ¿No soy guardapolvo yo del alma que Dios te <lió? ¿No he de ver a Dios también? Y entramos en uno de los más atrayentes rasgos del ideal francisca– no, que es "el 1anto uso de las criaturas''. Con decir santo, como hace el P. Alem;on, está dicho todo. No es usurpación ni egoísmo. Es visión armódca de la Creación y de su amoroso Artífice. "Result:t erróneo -dice Chesterton-presentar a San Francisco como simple precursor romántico del Renacimiento y como restaurador de los placeres natura– les. El puntq esencial de su ideología radica en que. según él, el secreto de recobrar los placeres 1nturales se encuentra en considerarlos a la luz de un placer sobrenatural. ".:\lejor que de un placer", diríamos de una voluntad sobrenatural. ¡ A cuántas cemsideraciones se presta esta feli– císima interpretación seráfica de la vida! "De ahí-dice por su parte S:i.n Buenaventura-sus ternísimos gemidos, sus dulces razonamientos y sus recias congojas, que publicaba haciendo testigos a los montes y a los valles, a las fuentes y a los prados, a los árboles y a las flores de ellos." Oigamos ahora a Lope de Vega interpretar este concepto francisca– no, cuando San Diego de Alcalú corta flores para el altái- y habla con elhs:

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