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EL FRANCISCANlSMO DE LOPE DE VEGA Yo soy el Señor--de1 cielo y la tierra. la verdad segura-y la vida eterna. Y d hice los campos,--las aves y fieras, los profundos mares-y las altas sierras: yo hice los hombres-que ocupar pudieran las sillas que el ángel--perdió por soberbia. Yo bajé por ellos--del cielo a la tierra, dándome una virgen--sus entrañas tiernas. Nacer y morir--todo fué pobreza; el nacer en tablas,-el morir sobre ellas. Partíme y quedéme-de mí mismo en prendas: dime en pan al hombre,-hice franca mesa. Ando recogiendo--perdidas ovejas que, aunque me aborrecen,---me muero por ellas. Si yo soy hermoso,--¿ por qué me desprecian? Si perdono y amo,-¿ quién hay que no venga? 29 ¿ No es éste el divino modelo que todos los hijos de San Francisco llevamos de día .Y de noche en la mente y ei corazón? ¿No es éste el Di– vino Jesús que ha seducido todos nuestro:-; ideales? ¿ Y no ha acertado Lope al describírnoslo así? Este amor personal de San Francisco a Jesucristo es algo más que vehemente e intenso: es unión, es fusión que Lope, con su poesía o:oa– ch, ha descrito casi comd identidad. Habla con San Francisco y le dice: Vos os hicisteis menor, pero Dios tan grande os hizo. que el sol pisado por Vos piensa que lo pisa Cristo. Ajustado Dios con vos, como Elías con el niño, resucitó la humildad que profesan vuestros hijos. Esa fusión es de alma y cuerpo: Imprimióle como estampa viéndole papel tan limpio: en el cuerpo a Cristo muerto y en el alma a Cristo vivo.
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