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II EL IDEAL FRANCISCANO EN LOPE DE VEGA Rernger un hecho no supone necesariamente la comprensión de su sentido. ¡ Cuántas estadísticas pormenorizad·ls de hechos matemática– mente observados son de menos utilidad para la ciencia que el atisbo del genio que formuh la ley! Esa ley es la idea que circulaba en todos los hechos, como el espíritu sobre las aguas. Narrar la vida de un hombre sin ningún error cronológico ni bio– gráfico no supone comprenderlo. Lud\Yig. que tantos aciertos psicológi– cos ha tenido al biografiar hombres como Napoleón y Bismark, ha erra– do lamentablemente al escribir h Vida de! Hombre-Dios, de .T esús. Pa– blo Sab1tier incurrió en idéntico defecto en su Vida de Sa11 Francisco. a cuya materialidad histórica ningún reparo puede ponerse. y. sin em– bargo, aquel San Francisco nn es el qne todos admiramos y am1mos. Tanto de lo mismo acaece en el arte. En ningún ;iutor se encontra– rán tantos motivos c!ás:cos como en íos culteranos, y nadie tampoco más lejos del espíritu armónico de los griegos. Los preceptistas franceses del siglo xvn1 juraban en Aristóteles y pnr ios manes de Cicerón, y la savia vital de la inspiración clásica se helf, con el rigorismo <le sus reglas. Aunque Fray A11gélícc1 no hub;ese pintado cuadro alguno de asunto franciscano, no hubiera dejado <le merecer el título que Siurot le d1. de "el San Fraecisco pintor''. Ni la abundancia de motivo será– fico libra a Masaccio, por ejemplo, de no ser pintor de sentimentalidad franciscana.
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