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fl{. :\IAl'RlCIO DE JlECOÑ'A, O. F. :\L CAP. Por venir al refectorio, pierden tiempo a su oración los Padres ; que es ocasión de daño claro y notorio. Ahora bien, yo quiero hacer que por quince días coman, pues si de una vez lo toman no tendrán más que comer. Quiero guisar cuanto hub~ere: hártense bien, y no andemos si cenamos, si comemos, que es lo que la gula quiere. Fray Gil quiere llamarle a razón: Fray Junípero: -¡Escuche! -No hay que escuchar; sino callar y comer, comer a más no poder y en un mes, chite y rezar. Otro Santo franciscano predilecto en la obra de Lope es San Die– go de Alcalá, a quien obsequió con el drama de ese título. La voca– ción de Diego al ver muertos a los conejos por salir de sus madrigue– ras tiene exquisita inspiración franciscana: ¡ Bondad ele Dios infinita! Estos conejos. ¿ no estaban en sus viYares? ¿ Qué hacían cuando aquestos cazadores les as~staron las viras? Salieron de ellas. ¡ Ay Dios! que, a estar dentro y sin codicia de salir a pradear y a comer las yerbecillas, no los prendieran... En el drama titulado El Santo negro Rosanibuco, o sea San Be– nito de Palermo, Lope de Vega, a más de la personalidad de ese San-

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