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10 FR. MAURICIO DE IJEi;O~-\, O. F. M. C.\P. provocado en sus glorificadores, con la magia y belleza de su nombre, el juego de palabras. Ya los primitivos biógrafos, y, antes que nadie, su misma madre, y el Breviario Seráfico se han complacido en proyectar so– bre el alma y el cuerpo de Santa Clara los resplandores de su nombre: O pulchra coelo quae redit lux emicanti sidere ... En el Cancionero de Ubeda se encuentran versos a Santa Clara, en todos los cuales suena la palabra "clara'' o alguna de sus derivaciones: Clara, la claridad siempre abrazaste ... Lope de Vega nos la presenta en primer lugar como el eco femenino del alma de San Francisco con respecto a la segunda Orden. El ideal de San Francisco se ha injertado, sin perder nada de su vitalidad, en la que a sí: misma se llamaba "plántula" del Serúfico Padre. Lo que en San Francisco le seduce es Cristo. Dice Santa Clara: Yo veo en él un espejo de Cristo y de su Pasirm. Dice a su deudo Julio: Haya muJ eres también que gocen ele aqueste bien; dénos modo de vivir. por que le pueda a la alta Jerusalén. Cristo no se desdeñó de que fuese Magdalena la que sus plantas siguió, pues que de lágrimas llena las lavó y las enjugó. Julio. mi padre y mi hermano son Francisco: su instituto qmero seguir ; esto es llano: nu es Dios.
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