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-40- sia. Y la doctrina católica cuanto más es combatida, tanto más terreno gana. Porque para ser en la cáte– dra combatida, no basta recurrir a una vulgar ca– lumnia histórica, a una ligera y frívola ironía, a un sofisma ridículo, a un articulillo yenenoso de cual– quier periodicucho de proYincia. Esto sucede cuan– do se trata de desacreditar la Religión ante el pue– blo, pero ante los estudiantes, desde lo alto de una cátedra universitaria, se exige algo más; se exige un poco de crítica seria y profunda. ¿Y quién podrá dudar entonces del triunfo de la verdad? Vendrá la hora en que el error terminará de combatirla y ella sola permanecerá en pie, porque en las luchas in– telectuales, los sostenedores del error acaban casi siempre con cansarse, sino ya por rendirse, ya que el hombre ha sido hecho para la verdad, no para el error. Ventajas En el conocimiento de la Religión podemos dis– tinguir la fe del pueblo y la fe del sabio. Cierto, que una y otra, teológicamente consideradas, son la misma fe, como obra de la gracia. Pero la fe del pueblo es simplemente luz sobrenatural, infundida por Dios en el alma, mediante el bautismo, y des– arrollada y aumentada después por la gracia, me– diante los Sacramentos y el ministerio de la pala– bra. Mientras que a la fe del sabio se agrega otro

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