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sólo indicar algunas de las materias de principal importancia, que habrán de ser estudiadas. Difi.cu.lta.des La primera es económica. «¿Dónde encontrar me– dios para realizar este hermoso proyecto? ¡H4y tan– tas obras de religión y de caridad a que atender! y aún se propone otra... Falta el dinero, los católicos son pobres y los tiempos son malos... » -Concedido todo esto; pero confiemos en la • Divina Providencia. Cuando la fe suscita una obra nueva en la Iglesia, suscita al mismo tiempo ardien- tes simpatías en las almas generosas y heróicos des– prendimientos en los corazones caritafrros. Los me- dios pecuniarios nunca faltan en las obras de Dios. Aun en tiempos de miseria y de extrema necesidad, la caridad, a semejanza de la vara milagrosa de Moisés, hace brotar agua cristalina de las piedras del desierto. Jamás el oro faltó a los cristianos, que, de la lobreguez de las catacumbas, salían al esplendor de las basílicas; no faltó para organizar las cruzadas; no faltó a la fundación de aquellas an– tiguas abadías, ni de aquellos monasterios, que fue- ron y serán siempre el santuario de la ciencia divi- na y de las ciencias humanas, y el asilo de las al- mas, que piden a la soledad la suspirada paz y los goces anticipados del cielo; no ha faltado al Sumo Pontífice en sus inmensas y universales necesida-