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- 29 Los Este Curso Superior de Religión tendrá c~erta– mente un gran número de oyentes. España es emi– nentemente católica, mal que pese a sus enemigos, y en toda unh·ersidad se encuentra siempre un nú– cleo de estudiantes católicos, que hacen animosa– mente profesión de su fe y jamás, por vileza o ex– travío, se dejan uncir al carro de la incredulidad reinante. Estos jóvenes forman el cuerpo seguro y principal de la Escuela de Religión. Y también para los tales es esta institución sumamente necesaria, porque sirve para aguerrirlos contra el error y con– servarlos rnús fuertemente aferrados a sus creen– cias. l\Ias después, cuando la escuela iniciada mo– destamente, se consolide y se rmeda decir fundada; cuando elprofesor comience a imponerse conelpres– tigio de su nombre y de su doctrina; cuando, mer– ced a aquella comunión, que es propia entre jóve– nes, aun de contrarias opiniones, los estudiantes incrédulos o indiferentes vengan en conocimiento de este Curso y, sea por la no\·cdad o por la curio– sidad, asistan y escuchen, sinceros y leales, como deben suponerse, verán caerse de sus ojos el velo del prejuicio y del error, y de oyentes curiosos y prevenidos, se cambiarán después en oyentes con– vencidos, terminando, finalmente, por caer de ro– dillas ante Dios, abrazando la verdadera fe. l\o se puede ser largo tiempo refractario a las irradiaciones de la verdad.
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