BCCCAP00000000000000000000381

-24- el contacto con malas compañías..... He ahí al joven ante una encru:.:ijada: "º la ciencia o la fe», excla– mará temeroso y Vacilante. Para abrazar la cien· cia es necesario inmolar la fe; para permanecer fie– les a la fe, hay que sacrificar la ciencia, una y otra son incompatibles; a elegir. Y entonces, el joven, con una incoherencia valiente, pero posible o his– tórica, responderá así mismo: Una cosa es la fe y otra la ciencia; yo creeré por sentimiento una cosa y aceptaré otra por la razón. Y así, fe y ciencia vivi– rán como dos lóbulos separados en el mismo cere– bro, como dos huéspedes en las habitaciones con– tiguas de la misma fonda, que no se cambian jamás una palabra y apenas si se descubren al encontrar– se en la escalera. O bien, y es lo más frecuente, el ateísmo dará a la fe vacilante del joven el último golpe de gracia, triturando la caña rota y extin– guiendo el pávilo, aún humeante, de sus creencias religiosas con el frío soplo del escepticismo y de la incredulidad. ¿Cómo remediar tanto mal? ¿Cómo suministrar a la juventud universitaria una fe aguerrida, una ver– dadera ciencia de la Religión? En España, desgraciadamente, carecemos hoy día de una Universidad Católica, a semejanza de la de Lovaina, en Bélgica; de la de l\Iilán, en Italia, y de la de Luhlín, en Polonia. Este espléndido ideal, acariciado por todos los católicos como una de las aspiraciones supremas de sus espíritus, es, por el momento, un dorado sueño, cuya realidad pertenece

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz