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-18- seen todos los oradores católicos aquella ilustración y cultura moderna, necesaria para oponer ataque contra ataque? Y aún en caso afirmativo ¿es posible exponer en ocho o diez conferencias todo el sistema de la religión con toda amplitud y profundidad en armonía con las necesidades actuales? A más de que, este género de predicación, se dirige siempre a un auditorio, en el que, al lado del estudiante y del hombre culto, se encuentra de or– dinario el hombre del pueblo, ignorante y sencillo. De aquí que, al exponer la doctrina de la religión, no debe el orador dirigirse exclusivamente a la razón, sino también al sentimiento, a la fantasía, a la con– ciencia, al corazón y a todas las otras facultades del espíritu humano. De otro modo sería incomprensi– sible para la mayor parte del auditorio y desnatura– lizaría el fin de la predicación. Por otra parte ¿asisten generalmente los estu– diantes universitarios a estas conferencias? Quizá la fama del orador en ocasiones los atraiga; mas no es esto lo ordinario. Lo ordinario es que tienen a me– nos asistir a los sermones, por considerarlos vulga– res, no a tono con la cultura de sus espíritus. Si, pues, la juventud universitaria no va ya a la iglesia para recibir la instrucción superior de la reli gión, ni al catecismo parroquial, ni a las conferen– cias cuaresmales, ¿dónde y cómo se podría dar esta instrucción tan necesaria, mucho más en estos tiem– pos de incredulidad dominante?.....
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