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-16- todo aquello que se refiera al pleno conocimiento de la fe y de sus deberes cristianos. Pero el Catecismo parroquial no representa, en todo y para todos, la enseñanza superior de la Reli– gión, ni satisface a las necesidades de todas las clases sociales en la hora presente. En efecto. El Catecismo parroquial tiene por oyente solamente al pueblo. Y el pueblo, por grande que sea el respeto que se merece y la importancia a que es acreedor, no es la parte principal de la so– ciedad directriz; no es él quien gobierna, quien presi– de, quien administra, quien se impone en las nacio– nes. El pueblo, en una palabra, no dirige, es dirigido. i\hora bien; al lado del párroco quo explica el Catecismo los días festivos, encontrarnos al pueblo; pero ¿dónde están las clases directoras del presente y del futuro? N"o hablamos de las clases dirigentes del presente; qué es lo que son, lo sabemos dema– siado: el ateísmo, el indiferentismo, el respeto huma– no, las tienen desgraciadamente alejadas del templo. Mas ¿las clases dirigentes del futuro? La juventud estudiosa que, iluminada e ilusa, creyente y escép– tica, seria o ligera, se encamina a las aulas univer– sitarias; esta flor escogida de la nación, que deberá un día prestarle sus servicios, que deberá iluminarla, gobernarla, dirigirla, ¿dónde se encuentra para reci– bir la enseñanza superior de la fe, para explicar, profundizar, completar la instrucción religiosa, que recibió en la infancia, si es que la recibió? En vano la buscaréis en el Catecismo parroquial; no la encon-

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