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se ve perfectamente su rostro y pecho. Por voluntad de ella, está amortajada con hábito de "pobre capuchina". El primer aniversario revistió casi la misma solemnidad que el día del funeral. Y a partir de entonces, durante muchos años, se siguió recordando la fecha de su muerte, celebrándose misas funerales por su eterno descanso. En el santuario de San Antonio se conserva el altar que tenía la condesa de Gavia en su casa del Paseo de la Castellana, en el que cele– braban misa a diario los religiosos capuchinos de Cuatro Caminos. Fue desmontado por la casa Granda, que lo había construido, y traí– do al santuario de San Antonio, colocándolo en la nave de la derecha, en la última capilla, al lado de la puerta de pedir confesores. En julio de 1951 fue trasladado a la tribuna del presbiterio, lo más cerca posi– ble del sepulcro de la condesa. La razón era muy sencilla: los ladrones habían empezado a forzar los bronces que recubrían la mesa del altar. Posteriormente, el altar ha sido colocado en la capilla de la enferme– ría provincial de los capuchinos, en la tribuna de la parte superior derecha del presbiterio. El nombre de "Condesa de Gavia" ha quedado perpetuado en el callejero de Madrid en la "nueva Plaza, situada a la fachada Este del Mercado de Maravillas, entre las calles de Zarzalejo, Oviedo y Orden", según comunicación del Subsecretario de Justicia, Ricardo Oreja, al P. Cornelio de San Felices (3 de noviembre de 1953). UN TEMPLO VIVO La obra material del templo no estaba terminada en diciembre de 1947. La crónica del convento de San Antonio ha recogido, paso a ====================== 13

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