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artes y oficios que de otro modo no podrían a,Jqui– rir los naturales sin grandes dispendios de tiemp') y de dinero (34). Precisamente, al dispoaer fuera abierto en nuestr.t Provincia un centro especial de formación para nuestros Hermanos Legos, se pens:1ba t'tmbién en hs misiores conthdas a la Provincia y se abrigab:t el propós;to de lk:gar a organiz.1rlo en tal forma que se pusienn ln ln– :scs que aseguraran una completa y adecuada prep.t– ración. No creemos necesario insistir en la importanci:l de la preparación misionera de los religiosos. Es por dc– rn:í.s obvio que con elementos bien preparados se reco– gerán más abundantes y sazonados frutos a costa de menos sacrificios individuales y colectivos. Es necesario, por último, que el celo por Lls misi, - n es llegue también a encenderse en el alma de los Te,·– óarios, lo Cll11 se conseguirá si tanto los Superiores loc-lles como los directores de las Hermandades se cs– faerzan por informarlos ya desde el nodciado en la vida rnisio1nl, y les proponen las diversas formas como ellos pueden c:)up :rar a la obra di\·ina de h propag'.lcbn del E\'angelio. Y c0mo el medio más eficaz consiste e 1 aument:u- el número de celosos misioneros, los cuales, por lo común han de salir de nuestros Colegios SeníJi– cos-. :\postó1icos, es necesario que los mismos Hermanos Ter,:ütrios se interesen con todo empeño por la prospc– rid id de dichos Colegios. Tanto los Superiores de nuestras c1.s 1s, como lu~ Directores y Visitadores de h V. O. T., deben cooperar con toda eficacia a que las inici:1tivas del Consejo pro– vinchl de la V. O. T. sobre cs'::c :nrtic11h.r P'JPd'l'1 pP1- 27

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