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tras misiones, puede afirmarse qt;c son materia ordina– ri 1 de obediencia y que, por lo tanto, el Superior puede m:md1.r a ellas a quien juzgue apto para ser manda– do (26). Esfuércense todos, Padres, Corist:1.s y Hermanos f ,egos, en hacerse cada día más aptos para la obra di– vina de la evangeliZ1ción de los infiele,;;. Abrigamos la firme esperanza de que a medida que vaya creciendo entre nosotros el amor y el interés por las misiones, se desarrollará C'tda vez más pujante la observancia regu– hr, la vida de retiro, de amor al estudio, al trabajo y a la onción. N0 dudamos tampoco que «la prosp - ridad y progre.:;o de una provincia depende del ce]o con qLie procura la gloria de Dios y la sah'ación de l 1s almas, pues-desechada la desidia o pereza-orier.– t i.rá h educación de la juventud a este fin y los re– í íS;iosos, ya desde su entrada en el noviciado, em– pezarán a reflexionar subre el verdadero ideal de su voc1.ciém y a prepararse a él con el ejercicio ele las S'1ntas virtudes, la perseverancia de su vocación, el estudio de las ciencias, etc., de manera que al re– cibir el título de predicador en la provincia, o al ser enviados a tierra de infieles, se hallarún esmerada– mente preparados. Entonces los religiosos, deseosos Lle llevar a cabo grandes cosas por la gloria de Dios, s..: dedicarán con ardor al estudio y a la oración con más alegría, se despojarán del hombre viejo, serán más su,nisos y obedientes a sus Superiores y reinará en todos los conventos la paz y la tranquilidad q1 e acompaña siempre a los santamente trabajadores y enemigo..:; de la ociosidad. Los conventos serán, en ver– dad, morada de virtudes y estudios y la Provincia goza- 23
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