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nucstni Urden (23J. <:Es incuestionable-dice con mu– cho aéierto el Padre Anderrnatt-que la' educaciún que tiene exclusiYamente por mira la ;;ida de erice– rramiento en los con;;entos no responde a la n:iisiún e iritenciún de San Francisco, ni tampoco es sufi– ciente para formar ,-arones apostólicos, idúneos por su ,-irtucl, ciencia y celo, para propagar el reino de Dios. Persuádanse, pues, todos nuestros j<rvenes ele que la meta ele todos sus estudios es el sagrado ministerio y que todos han sido llamados para que. a ejemplo ele San Francisco y sus discípulos, anun– cien la buena nueva asf dentro como fuera de los limites de la Prn\~incia, siempre que por sus Supe– riores hayan siclo juzgados dignos e iclúneos. Los _iú– , enes religiusu:-, que en sus estudios no se propon– g:an este tin, ni estudiarán con \'ercladero empeño, ni emplearán debidamente los clones recibidos del Señor, ni llegarün nunca a instruirse perfectamente. Así, pues, recuérdenles con frecuencia este nobilí– simo fin los Superiores y los Lectores, y ejercíten– los cuidadosamente en la fiel observancia ele la Re– gla y de las Constituciones, en el espíritu de ora– ciún y huícla del mundo, en el amor a la soledad y al estudio. Si en toda la Orden se educaran de este modo los jóvenes, nunca faltarían en ella buenos mi– sioneros> (24). Pero no sólo a los estudiantes se ha de inculcar el amor a las misiones y prepararlos para ellas. También los Hermanos Legos forman en las filas ele esta milicia seráfica uno de cuyos fines más nobles y excelsos es la propagación del Evangelio. Y con sus oraciones, su vida mortificada y recog·icla, su amor a la observancia regu-

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