BCCCAP00000000000000000000379

blado en su Regla de las misiones. La legislación fran– ciscana constituye en este punto un momento culminan– te de la historia de la Iglesia. El capítulo XIJ de la Re– ~fa da a todos los religiosos, clérigos y legos, jóvenes y ancianos, amplia libertad para ir entre los infieles, mien– tras que a los superiores concede tan sólo el ordenar el uso de dicha libertad. \.' si algunos de los frailes por di– \'ina inspiraciún quisieren ir entre los Sarracenos y otros infieles pidan licencia a los ministros, mas los mi– nistros a ninguno den licencia de ir sino a aquellos que vieren ser idúncos para ser enviados:;. El apostolado franciscano no conoce límites ni en el tiempo ni en el espacio. La Orden foé fundada y orga– nizada para bien y provecho de todos, tanto fieles como infieles. Pues para que nadie, ni en tiempo ni en el espacio, se atreviera a poner límites a tan vasto y dilata– do horiwnte. el santo l:¡'lmdador dió explícitamente a todos el derecho de ir a misiones entre infieles . .-\hí está la historia, que acredita plenamente el cum– plimiento del programa de San Francisco. Los Francis– canos de todos los tiempos han llenado el mundo con sus predica.dones, y el sonido de su voz ha resonado en todos los :ímbitos del globo, hasta tal punto que la his– toria de los últimos siete siglos sería inexplicable si no se considera su constante inteITenci(m. *

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz