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,·alerosamentc h empresa de la conn::Tsiún del munclu infiel. Por tres veces quiso coronar su vida con la palma del martirio, eyangelizando a quienes tod,rda descono– cían las verdades de la fo, y tres veces fracasó en su propósito. Embarcóse, primero, para Siria; siempre ar– diendo en ansi::Ls del martirio, vino después a España; mas una y otra vez regresó a 1tali¡1 sin ver cumplidos ]os fervientes deseos de su corazón. El año 1219 enviú nue\·arnente sus discípulos a misionar. ,< Y como Fran– cisco-observa Jordán de Giano-ern tan caqalleroso, quería adelantarse a todos en el camino de Cristo; por lo cua1, habiendo en-,·iado sus hijos a misiones llenas ele peligros, se expuso él mismo, abrasado en amur a la Pasión de Jesús, a los peligros ciertos de un Yiajc por mar, y, llegando a los infieles, se dirigió a la presencia del Soldün~ (0) . .Fué aquella la última empresa misionera c1ue su celo apostólico acometió por la conversión del mumlo infiel. Primero los trabajos y ocupac.iones inherentes al gobierno de la Orden por él fundada) y los acha– ques de su constitución enfermiza después, le impi– dieron en años sucesiYos consagrar su acti'ddad a la conquista espiritual ele los infieles. De ningún modo quiere esto decir que desistiera de su Yocación a las rnisiones, antes bien, la intiltró de tal manera en su Orden que-como luego Yeremos-de ella forma una parte esencial. Otros habrün superado a nuestro Santo en conquistas espirituales entre infieles. pero en celo por la salvación de las almas no sení fiícil hallar quien le ayentaje. Tres razones principales constituyen como la base del fETYor misionero de nuestro Ser:í!íco Padre: a) el ¡ 2