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rrotero seguir con estos nuevos y tal ,ez inesperados· Jiscípulos, buscó l:l solución en el Evang-elio. Y al ahrir– lu por tres veces en la iglesia de San Nicolás, recibieron la misma respuesta que él rccibiet·a en la Porciúncula: la vida apostúlica (5). Así empezó a organiz,1r lo. .; ej(r.:itos con los que rea– lizaría sus sueñ.os ele .2;loria en un campo espiritual. Y los nuevos pregoneros del Evangelio con evangélica sen– cillez y sincericbcl recorrían en to:hs direcciones la Cm– bría. Sus primeras correrías se limitaron a esta región, no porque en la mente ele Francisco no estuviera ya el apostolado universal en el ticmp0 y en el espacio, sino porque con tan reducido número de discípulos no poclí:1 aspirar a más. Pero el c:111 po de stt apostolado bien claro lo dió a entender cuan'..lo envió a los discípulos en la dirección de los cuatro brazos de la cruz que trazó en el suelo: el mundo entero (6). Así lo dijo explícita– mente al arengar a sus comp:1ñeros que salí::in a misio– nar: «Considerad, carísimos hernnnos, nuestra voca– ci5n pJr la cual el Dios misericordioso nos ha llamado, no sólo para nuestra s:llvación, sino también para la sal– \·ación de muchos, para que vayamos por el mumlo exhortando a todos los pueblos con el ejemplo y con la p:tbbra ... Hallaréis algunos hombres fieles, mansos y apacibles ... , pero en mayor número serán los infieles, soberbios y blasfemos» (7). del, carísimos, de dos en dos por todas las partes del orbe, anunciando a todos la paz y la penitencia, (8). Todo esto suc:::día hacia 1208. Ya entonces orientaba el joven funchd,)r su acti\ idacl misionera a la conyer– sión de los iníieies. 1 Jegaclo el momento, con los arres– tos de un paladín y el fe1Tor de un cr..1z:tclo, acomet:ó '1

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