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ARTICULO IV Es verdad que concluido el año de la Sagrada Elocuencia y obtenido el título de predicador fué destinado al Convento de Mon– tehano, donde el P. Ambrosio ejerció continua y asiduamente la gran obra rtel santo apostolado y muy particu!armente la caridad con el prójimo. De hecho, durante la dolorcsa epidemia que asoló a Europa en el año de 1.918, causando innumerables víctin:as, el S. de D. se prodigó de manera heróica en el Convento de Montehano para asis– tir a los moribundos y para consolar a los atacados de la peste, oh idado siempre de sí mismo, no temiendo absolutamente nada el contagio de la terrible epidemia; sereno y sonriente, estuvo siempre pronto para ir a buscar medicinas y otros auxilios donde podía encontrarlos. Como lo probarán testigos bien informados, quienes Izarán corzstar las fuentes de su ;njormacíón. ARTICULO V Es verdad que movido por el deseo de propagar la fe entre los infieles en tierras lejanas, el Siervo de Dios, marchó a la Misión del Caroní, establecida en Venezuela, el afio <Je U)¿G. 1\fas permaneció en ella por breve tiempo, porque, a GJU"ª de las dificultades que surgieron por diferente manera de ver las cosas entre el Vicario Apostólico y su SuperioL se vió obligado a salir de la Misión y a embarcarse nuevamente para España. Como lo orobarán testigos bien in/ormados, quienes Iza, án constar las ju.entes de su información. ARTICULO VI Es verdad que vuelto a España el S. de D. fué destinado al Convento de Montehano, y de éste trasladé:do sucesivamente a otros Conventos hasta que los Superiores resolvieron nombrarle primera– mente Vicario y después Guardián del Convento de Santander, cargo que desempeñó por espacio de cuatro años, hasta la fecha de su martirio. Como lo orobarán testigos bien informados, quienes hatán constar las Ju.entes de su información. -8-

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