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Nombre fundamental de la Divinidad 97 en cuanto ser, en su estado privilegiado de «sobre-esencialidad" es inefable e incognoscible (iif,pij-;:¿::; zal Sólo puede ser conside– rado por la mente humana, atendiendo a la relación de causalidad que guarda con la multiplicidad de los entes. Esta relación causal indica ya la extensión del concepto ser, aplicado a &eó::; desde el punto de vista de la creatura. Extensión que abarca a toda clase de entes: los que existen y los que no existen, pero que son posibles 170 . La comprensión del concepto ser, referida a /}so::;. se diferencia radical– mente de la referida a los entes creados. Y esto, porque el Ser divino agota lo entitativo: es simplicidad e infinitud. Contiene en sí, simultánea– mente la total realidad del ser 171 . Mientras que los entes creados necesi– tan recibir consistencia «a tergo», en frase zubiriana, en cambio Dios posee consistencia en sí mismo. El es a.~-::o~m-i¡. a~-::oq;fo::; etc. Y en él están conte– nidos, anticipadamente, todos los demás entes que deben pasar a la exis– tencia. Esta trascendencia ontológica divina se conjuga con su inmanencia respecto de todo lo creado. El Pseudo-Dionisia adopta, aquí, una especu– lación que se instala en la dimensión del ejemplarismo cristiano con evo– caciones profundamente platónicas. La excesiva preocupación diacrónica por las relaciones entre el , E'I, neoplatónico y el «2·1» dionisíaco ha relegado inmerecidamente a segundo plano estos aspectos tan interesantes y que conviene poner de relieve. bl Causalidad ontológica, referida a lh,ó::;. Ante todo, se debe dejar constancia de un hecho taxativamente afir– mado: «Dios da el ser a los entes y produce todas las esencias; por ello, se dice de aquel Ente que es Uno que se multiplica por ser causa desde namente, Gandillac. En cambio, Sarrazin (Sl, Roberto de Grossatesta (R) y, actual– mente, Turolla, la segunda. Extraña que, en esta ocasión, Escoto Eriúgena haya pres– cindido de su línea interpretativa ontológica al verter esta proposición. 170 DN 817d: ,<¿ Hc0~ o!J ::tl1:; ~J-:l't l!n. rÍJ}.'C/.--::,/,.tiJ:; zr,Ú rTl.0'1 0'.J'IE~l~zt.0{;):; xr,Ú Í:l'.í()Ell.Tr;itÍ):::. O'J LU o·,r:n r)}).ri. r,/,r:); -:¿ ::1-1,x~ -:1!)'/ 0·.r:10'1 ~X -:o~ «Di~s no e~ ent~' d~ cualquier manera, sino de modo absoluto e infinito, poseyendo en sí anticipadamente la total plenitud del ser... porque en El como en su fuente reside y subsiste el ser de todas las cosas, no solamente de las cosas que existen sino tam– bién el de su esencia íntima que procede también de El». Otros pasajes con dimensión causal, a título de ampliación, son 820b, 869b, 872c. Dentro del contexto de la transcen– dencia divina, 649b y 649c. 171 lb. Las grandes categorías ontológicas del CD son: ·,o·r,-:óv [mundo inteligible, que corresponde al de las ideas ejemplares en la mente divinal, z•:Ú (mundo de las puras inteligencias o de la jerarquía celeste) y razón, que corresponde a la jerarquía terrestre). Según R. Roques, L'Univers diony– sien... 155, para el Pseudo-Dionisia no se da entre el y el vosp,;-, la clase inter– media del ·10rc0·1 zrú '10200·,. que se encuentra en Proclo. E. Corsini, Il trattato de divinis nominilms... 122 e~ de opinión contraria. Al ser el wr,-:in zrÚ ·1osr,0v una inno– vación de Proclo en la filosofía neoplatónica y, al estar presente, en el CD es un motivo más, para hacer depender de Proclo a! Pseudo-Dionisia. Todo según Corsini. 7
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