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88 Vicente Muñiz Rodriguez pecto a la preposición ~;.:o han de anotarse dos particularidades. En pri– mer lugar, la abundancia de su uso en comparación con el que de ella hace CH y, en segundo lugar, su acumulación dentro de un mismo pasaje. Así, de seis veces que se utiliza, cuatro aparecen en 512a, b, c y 513a y las otras dos en 564c, d. Tres veces rigiendo genitivo (512b y 564c, d) y tres, rigiendo dativo (512a, c y 513a). Para la preposición ~;.:o rigiendo geni– tivo referido a lho.;, todas las versiones latinas del medievo la hacen equi– valente a la preposición «a», como agente de un verbo pasivo, exceptuada la versión D que la traduce por «sub Deo» 144 .' f;.:ó con el dativo fh<f>, es ver– tido por los medievales con el sentido de «sub Deo» en H, S, A y D. Y por el equivalente a «a» en E y R, y por el ablativo absoluto en las P y C 14 5. Las preposiciones r:s;p[ y i;.:[ se continúan utilizando en el mismo sen– tido que se hacía en CH. Lo mismo que sucede, por otra parte, con r:apd y p.s,á.. Finalmente, la preposición z·1 se emplea una sola vez en un pasaje que hace referencia al modo de conocer divino. Contrariamente al de los hombres, cuya esencia consiste en adecuarse con las cosas, el de Dios se caracteriza porque las cosas no son más que un reflejo del ejemplar gno– seológico divino 146. 4. Realizada esta descripción morfológica, conviene ahora configurar la realidad fh,ó.; dentro de EH. ¿Cuál es, aquí, el elemento semántico fun– damental? ¿En qué panorámica se desarrolla? ¿Con qué otras constela– ciones semánticas de lo divino se entrecruza? Mitad ángel, mitad materia, el hombre se ubica en el centro del cosmos dionisíaco. El hombre, espíritu encarnado, camina hacia Dios a través de la historia que se desarrolla en dos estadios: el legal del A. Tes– tamento y el de la Jerarquía Eclesiástica del N. Testamento. El primero, transitorio, imperfecto, sumergido en una atmósfera de símbolos y signos sensibles que no sabe descifrar del todo 147 • El segundo, con la encarna– ción de Cristo, el Señor, es perfección y término del primero. Aquí, los símbolos son explicados y entendidos. El hombre, mediante los sacramen– tos, con esfuerzo moral, va poco a poco alcanzando su propia deificación, su unidad y asimilación a Dios. De este modo, el significado fundamental del elemento semántico más importante de &s;óc; en EH adquiere sentido dinámico y dialéctico. Dios es el que mueve (xi•1ct) todos los seres hacia lo divino. Y esto bajo doble aspecto, intrínseco y extrínseco. En efecto, también la Jerarquía Eclesiástica está sometida a un orden que procede dialécticamente, según los tres grandes momentos de las cosmologías neo- 144 Dionysiaca... 1360 y 1457 y 1458. 145 Dionysiaca... 1357, 1361 y 1366. 146 Para la preposición ;:spi con acusativo: EH 372c, 481a, 501a. Para l;,.i con acu– sativo: 441a. Para la preposición ;;a.peí. EH 537b, en que la preposición rige genitivo. Con este mismo caso, para p.spá. EH 372c. Para la preposición av con dativo: EH 437b. Extraña no poco que la fórmula s•1 íhtii que san Pablo utiliza en sus cartas a los Tesa– lonicenses, lo mismo que san Juan, ~sté ausente en su sentido espiritual en el CD y no sea empleada por el Pseudo-Areopagita en su concepción de la vida mística. 147 R. Roques, L'Univers dionysien ... 171-76.
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