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Nombre fundamental de la Divinidad 79 acc1on. Así, r:póc; y er.:i. El empleo dionisíaco de estas preposiciones se en– marca casi siempre en pasajes convertidos o catárticos de las creaturas respecto a la divinidad, que evoca también terminología de las cosmolo– gías neoplatónicas 121. Las preposiciones r.:Ep[, f!-E,ci y ;:a.pci dirigen nuestra atención a la ubica– ción «alrededor», «con» y «del lado de» de las jerarquías celestes respecto a Dios (0eóc;). El fragmento en que se encuentra la única vez que es utili– zada la preposición ítapci con 0Eóc; se presenta unida a un conjunto de tér– minos de uso bastante frecuente y característico en el CD, como dva-rm-ri¡, Eítl<npocpi¡, xotvmv[a, ivmcrtc;, r.:póoao:; 122 • Por último, no deja de extrañar que una preposición como úr.:ó de tanto uso e importancia en la lengua griega no sea empleada con Ocóc; en CH más que una sola vez 123_ 2. Examinada la morfología de fhó:;, se posibilita ya de modo más pre– ciso y adecuado la labor semántica. Labor, por otra parte, que pretende responder a esta pregunta: ¿qué contenido significativo entraña la forma fh,óc; en CH? De antemano, se supone que la respuesta dará sólo un ele– mento particular, que integrado después a los que provengan de los res– tantes libros del CD, configurará el serna definitivo y total de 0Eóc;. Dentro del universo dionisíaco, toda jerarquía está esencialmente liga– da a su función y ésta tiene, como meta, la divinización de los entes. Los términos con que esta actividad divinizadora es designada según diversos aspectos son dq10p.o[mcrtc;, evmcrtc; Oimcru:; 124 • Por otra parte, esto exige de las 121 Para r:pó,;, CH III 21 Al U65a) y IX 2 Bl7 (260b}. Para h:i, CH VII 2 C35 (240cl; IX 3 All (261al; XIII 3 C31 C300cl; XIII 3 A4 C304al; XIII 4 D46 (305dl; XV 9 A12 (340al. 122 füpi CH VI 2 D39 (200dl ; VI 2 A3 (201al ; VII 2 D51 (208dl ; VII 4 Al (212al ; VIII 2 A5 (241al; X 1 D35 (272d); XIII 2 Bl6 (300bl; XIII 2 C24 {300cl; XIII 4 C27 (304cl. Para ¡i.a,cí CH XIII 3 C31 (300cl; XIII 3 D53 (301dl; XIII 3 Bl9 (304bl; XIII 4 C27 (304cl; XIII 4 C36 (305cl. Y, por último, el pasaje de 1tapcí en CH IX 2 Bl8 (260bl. 123 CH XIII 4 C26 (304cl en donde se encuentra con las preposiciones ¡i.a.:cí, r:epL 124 Estos tres términos no se encuentran en Platón. Así lo testifica el Lexicon Pla.– tonicum de F. Ast. 'Aq,0110iwm<; se halla por primera vez en Filodemo Cs. 1 a.C.l; Plu– tarco lo utiliza en s. n d.C. y Jámblico en el s. IV d.C. En cambio el verbo dq,opotóui sí recurre en Platón y Jenofonte, así como en la Epistola a los Hebreos, 7, 3. El término l•1w:n<; se encuentra en los presocráticos, Aristóteles y luego, Proclo, pero no en Platón. San Ignacio de Antioquía usa muchas veces «avrn:;t~». Aunque no el término sí la doctrina de la &fo,:w; recurre en Platón. Basta leer el Fedón, para convencerse. Este término, además del Pseudo-Dionisio lo utiliza el filósofo Damascio y anterior– mente san Gregorio Nazianzeno. Precisando todavía más, el término dq,op.oioi:n~ no lo emplea Platón, pero sí la forma más simple 6¡wiui:;t,;. Por lo demás, también en san Pablo varias veces sale óp.oim¡w, sinónimo del precedente y que la Vulgata traduce por •similitudo•. Incluso Platón emplea el giro Ót1oiw:;t~ &süí en Theet. 176b. Más notable es que la Epístola de Santiago 3, 9, nos encontremos co~ «ó¡w/m:;t~ 1hoi:í)). Sobre el tema de la doctrina de la «similitudo Dei• en el pensamiento cristiano de la patrística puede consultarse: A. Heitmann, lmitatio Dei. Die ethische Nachahmung Gottes nach der Véiterlehre der zwei ersten Jahrhunderte <Roma 1940); P. Schwanz, lmago Dei als chri– stologischanthropologisches Problem in der Geschichte der Alten Kirche von Paulus bis Clemens von Alexandrien (Halle-Salle 1970). En ambas obras se trata de la 6¡,oim::n; y se llega desde san Pablo hasta Clemente de Alejandría. El origen de la doctrina

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