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Lenguaje y Corpus Dionysiacum 61 Aplicando estas ideas al CD, se ha buscado en un primer momento los monemas en cuya cara significativa está contenida la divinidad 102 • Un vocabulario, también, de aquellos monemas que guardaban más relación con la realidad divina pareció igualmente oportuno. En un segundo mo– mento, se trató de penetrar en el significado del monema, en su sentido o valor. Esto nos venía dado germinalmente por la diacronía las más de las veces. No así en algunos casos. Por ejemplo, en el monema &iuipx_ia. la diacronía no ofrecía garantías mayores, dado que anteriormente al Pseudo-Dionisia se encontraba usada únicamente en dos obras espúreas. Esto hacía que lh, a.px [a. cobrase hondo relieve interpretativo y sirviese como índice de originalidad pseudo-dionisíaca. La significación de una unidad lingüística es un significado. Pero todo significado adquiere un valor o sentido dentro del contexto. No es lo mis– mo decir hoy: «el próximo jueves vendrá a visitarme el rey» que decirlo dentro de una semana. El contexto cambia el día «jueves» de una sema– na a otra, dentro del mes. Sin llegar a la formulación extrema que de esta idea hizo Wittgenstein, se ha intentado encuadrar en todos los con– textos los monemas de la divinidad. Entonces ha aparecido una repetición de contextos y de vocabulario con lo cual se han conseguido dos cosas: una, enriquecer y delimitar el contenido significativo: otra, formar aso– ciaciones o constelaciones semánticas que deriven en la enunciación de los «campos semánticos» en que se mueven nuestros monemas. Se logra, así, engarzar la teoría lógica del significado y la teoría contextual con la de los campos semánticos. En este último aspecto, el problema semán– tico consiste en hallar criterios objetivos desde los cuales justificar las relaciones establecidas entre términos. La situación de las investigaciónes es aún muy poco estable en este terreno. Unas veces se adoptan estruc– turaciones físicas o lógicas que proceden por gradación. La lingüística americana denomina a esta estructura, lineal. Así, «ártico, glacial, frío, templado, cálido, caluroso, tórrido». Otras veces, las estructuras que se adoptan son de tipo distribucional como en los microsistemas lexicales, formados por cuasi sinónimos. Piénsese en los términos franceses, adu– cidos por Dubois, «aigu» y «pointu» 103 • Nuestro modo de proceder, en este aspecto, puede ser ejemplificado con el monema &eón¡::; Su unidad significativa nos viene dada por la diacronía. Por ella, sabemos que se 102 La terminología aquí adoptada procede del pensamiento de Martinet. Cf. A. Martinet, La lingüística sincrónica, tr. por F. Marcos (Madrid 1968) 167-78; Elementos de Lingüística general, tr. por J. Calonge, 2 ed. (Madrid 1968) 23-4; La Lingüística. Guía alfabética, tr. por C. Manzano (Barcelona 1972) 18-23. Las dos caras constituyentes del monema: fonema y significado, en la dimensión estética, equivalen a «contenido• Y «forma•. El presente estudio, a este respecto, tiende a rechazar toda interpretación que pretenda subrepticiamente, basándose en la forma, convertir el CD en amalgama de elementos neoplatónicos, estoicos o mistéricos. Más bien se sostiene que, partiendo del contenido, los elementos formales citados reciben una riqueza «significativa nueva, una y única». 103 Tomado de G. Mounin, Claves..., 120. Cf. también además de S. Ullmann, Se– mántica, 270-75, J. Lyons, Introducción en la Lingüística teórica, tr. por R. Cerda, 2 ed. (Barcelona 1973) 455-496.

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