BCCCAP00000000000000000000377

58 Vicente Muñiz Rodríguez La afirmación de Auzias, en la actualidad, parece no poder sostenerse. Y esto, porque el estructuralismo importa en su interioridad un especial instinto imperial y expansionista. De igual manera que sucedió con el neo– positivismo, que creó escuela en los diversos saberes humanos, incluida la teología, el estructuralismo invade y coloniza hoy múltiples ciencias. Etnología y ramas afines, sociología, psicología, lógica, arte y lingüística, entre otras muchas, se construyen desde perspectivas estructurales. El estructuralismo, en consecuencia, no se presenta como cuerpo sistemático y coherente de una doctrina filosófica, sino más bien como el denominador común y la resultante de trabajos paralelos en diversas disciplinas que parten de una idea fundamental: la de la estructura. El estructuralismo es un movimiento que respeta la específica originalidad de sus defensores a condición de que su obra siga un mismo estilo y método: el del descu– brimiento de los procesos mediante los cuales se combinan los diversos elementos de un todo. La estructura es, precisamente, la que da explica– ción de tales procesos organizativos. Por ello, el concepto de estructura es análogo y depende del tipo de realidades que quiere clarificar: antro– pológicas, sociológicas, lingüísticas. El estructuralismo lingüístico nos interesa particularmente, no sólo por– que la aplicación de sus doctrinas afectan a la expresión religiosa en gene– ral, sino porque ha sido de él de donde hemos tomado mayor número de elementos, para nuestra investigación del lenguaje del CD. Una visión, muy sucinta, del estructuralismo lingüístico debe tomar, como punto de partida, la respuesta a estas preguntas fundamentales: ¿qué se entiende en el lenguaje por estructura?, ¿cómo es concebido el lenguaje por los autores estructuralistas? Tomemos, a modo de ejemplo, un automóvil. Un experto del motor, a nuestra vista, puede desmontarlo pieza por pieza e indicarnos para qué sirve cada una y qué cometido o función desempeña dentro del engranaje general. Luego, «reconstruye», colocando cada pieza en su sitio y lo pone en marcha. La «reconstrucción» del automóvil que ha realizado el experto del motor nos explica la razón, el porqué del funcionamiento del auto– móvil. Es obvio que una pieza mal encajada o fuera del sitio que le corres– ponde impedirá la marcha normal del automóvil. Este habrá perdido su «sentido o significado», en cuanto tal. Trasladando esta comparación al lenguaje, la palabra estructura signi– fica «construcción» en el sentido más corriente del término. Para realizar esta «construcción» del lenguaje, el investigador ha de realizar una labor previa de análisis, aislando en él sus unidades naturales mínimas y autó– nomas. Solamente así, puede luego engranar, montar dichas unidades: estructurarlas. De esta forma se nos descubre que el lenguaje es un todo en sí, que se justifica por sí mismo y desde su propia interioridad y que sus componentes funcionan según determinado engranaje, según estruc– turas precisas y concretas, fuera de las cuales el lenguaje deja de tener sentido.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz