BCCCAP00000000000000000000377

Lenguaje y Corpus Dionysiacum 55 El reto de Flew ha dado lugar a una serie de reflexiones acerca del lenguaje religioso y de la fe nada despreciable. Entre ellas, son conocidas las que se exponen en forma de parábolas ejemplarizadoras. Son las de– nominadas «parábolas de Oxford» 8 8. La concepción sobre el lenguaje de la analítica ha sido más útil en nuestra investigación que la del neopositivismo lógico. De ella, hemos entresacado las dos ideas básicas de «juegos de lenguaje» y de «el signi– ficado de una palabra es su uso». En primer lugar, hemos considerado todo el lenguaje del CD, como un gran juego de tipo sincrónico obediente a unas reglas o normas. Y desde estas reglas hemos intentado hacer hermenéutica semántica de las deno– minaciones con que el CD designa la realidad divina. En segundo lugar, los «usos» que de estas denominaciones se hace en el lenguaje pseudo– dionisíaco importan ampliaciones significativas y a veces, incluso, cam– bios. Para realizar estas metas investigativas, la diacronía nos ha sido de utilidad también. Por ella, la dimensión sincrónica se encuentra con el significado concreto ya de una palabra y sólo resta la utilización que de ella hace, en nuestro caso concreto, el CD. El término &co,,¡::; puede servir de ejemplo clarificador de estas ideas. El Pseudo-Dionisio no inventó tal término. Se encontró con él y con su semántica. El mismo Pseudo-Dionisia mvestigando en la diacronía del tér– mino, le hace provenir de ircd:;&m. Con ello, posibilita su especulación sobre Dios como «objeto de contemplación». Antes que él, lo habían ya hecho algunos Santos Padres. Lo interesante no es la veracidad o falsedad de tal etimología, sino saber que el CD la acepta e, incluso, la da por válida. Parecería con esto que la semántica de ílcfrr¡::; quedaba fijada y que nues– tro autor se atendría a ella. Y, sin embargo, esto no es así. El aspecto sincrónico lo prueba. En efecto, si se toma iho,,¡::; y se analizan todos los contextos en que se emplea dentro del CD, se comprueban otros conte– nidos significativos y relaciones peculiares de asociación ideológica con determinados términos. Una exposición más amplia de estas ideas se en– cuentra en el capítulo dedicado a lh,,frr¡::;. Empleando terminología orteguiana, el pensamiento areopagita no podría entenderse sino partiendo de creencias. Creencias que no se prue– ban, que sencillamente se aceptan, pero que tienen fuerza motriz en la orientación de un pensamiento y en su dialéctica 89 . En nuestro caso, po– drían equipararse a «las reglas del juego» que rigen el discurso del CD y que hemos procurado entresacar objetivamente de la interioridad misma de los escritos pseudo-dionisíacos. Según nuestro modo de ver, estas creencias son principalmente dos: la primera toma como punto de partida la valoración de la palabra; la 88 A. Flew, New Essays... ,99, 103-4, y, por último, J. Hick, Faith and Knowledge nthaca-New York 1957) 150-52. 89 J. Ortega y Gasset, Obras Completas, vol. 5, l.ª ed. (Madrid 1947) 381.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz