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46 Vicente Muñiz Rodríguez Frente a cualquier postura teorética, el Círculo pretendió construir una filosofía que fuera ciencia, según él concebía ésta. Para ello, preci– saba introducir en la filosofía las notas peculiares del conocimiento em– pírico: experimentación, rigor y exactitud en el lenguaje y sobre todo, control. La primera nota se consegma, eliminando de la filosofía toda especulación sobre la esencia o sobre las realidades «últimas» que no cayesen en el plano de la observación o experiencia. Las proposiciones que afirmaban algo sobre tales entes eran pseudo-proposiciones. La Ló– gica formal se ofrecía al Círculo como un instrumento técnico adecuado para la consecución de sus propósitos. Precisamente, a esta fecunda apli– cación de la lógica moderna se debe el calificativo de «lógico» que ma– tiza el neopositivismo del círculo. Las condiciones de la ciencia se establecían según el modelo cognosci– tivo matemático y empírico: experiencia, lenguaje ideal perfecto obediente al cálculo y control sobre la experiencia. Solamente reduciendo el conoci– miento filosófico a estas instancias condicionantes podría convertirse en conocimiento científico. La verificabilidad que, en términos filosóficos tradicionales, equivale a comprobar, o a confirmar ha sido preocupación importante en la inves– tigación epistemológica. El término «verificabilidad», sin embargo, se une modernamente a dos grandes direcciones de pensamiento: la pragmática y la empírica. Los neopositivistas lógicos del «Círculo de Viena» enriquecieron con sus puntos de vista la formulación del principio de verificabilidad, ha– ciéndola evolucionar en diversas dimensiones. Para la expresión religiosa resultan importantes las formulaciones de este principio realizadas por R. Carnap y K. Popper 11. La formulación del principio de verificabilidad en Carnap obedece a esta impostación del problema: ¿cómo podemos obtener la certidumbre de la verdad o falsedad de un enunciado? Dos órdenes de verificación se imponen: el directo y el indirecto. Si el enunciado afirma algo respecto a una percepción actual, por ejemplo, «en estos momentos yo veo un cuadro rojo sobre un fondo azul», entonces el enunciado puede probarse directamente, acudiendo a mi percepción actual. Si en estos momentos yo veo efectivamente un cuadro rojo sobre un fondo azul, el enunciado se verifica directamente a través de esta vi– sión. Si yo no lo veo, no está verificado, no está comprobado. espíritu. Sobre este tema, se nos da una visión sintética en F. Romero, Logica 19 ed. !Buenos Aires 1964) cap. VIII, XI, XII y Apéndices D, E. 71 La formulación de Carnap lleva consigo la consideración del discurso religioso, como algo puramente emotivo y lírico A.lgo «pseudo-científico». La formulación de K. Popper sirvió de base a Flew, para retar a los filósofos creyentes a probarle la exis– tencia de Dios desde la ciencia empírica. La discusión con las diversas opiniones man– tenidas por los filósofos analíticos ingleses se encuentra recopilada por A. Flew y A. Macintyre, New Essays in Philosophical Theology (London 1955, 5.ª reimpr. 1966). Una explicación y ampliación de esta discusión puede verse en D. Antiseri, Filosofía analítica e semantica del linguaggio religioso, 2 ed. <Brescia 1970) 61-117.

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