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162 Vicente Muñiz Rodríguez Todos estos contextos en que aparecen conjuntamente los monemas 110'.lri::;, É'1ri::; y ,ptric; se ubican en ámbitos más amplios de tipo apofático. La Tearquía se sitúa por encima de todo conocimiento y expresión lingüística. Y esto, dentro del misterio trinitario, se rige según lo anteriormente indi– cado de la ley de no-oposición. Por ello, puede afirmarse que el Pseudo– Dionisio, en su MT, invoca a la Trinidad ya desde el comienzo no como resultado de oponer el Uno a lo Otro, sino como «Trinidad supersustan– cial y más que divina que ha de dirigir más allá del mismo conocimiento, al que quiera unirse con la Divinidad que está más allá de toda afirma– ción y de toda negación». Divinidad que sólo la revelación cristiana nos ha descubierto muy parcialmente, al decirnos que es Una y Trina y deján– donos el misterio de su esencia oculto a nuestra mente. Dios-Trinidad teár– quica que transciende de verdad, al Uno neoplatónico y a todo otro Dios pagano.

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