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La Trinidad 161 DN: «uno sólo Dios y Padre, un sólo Señor Jesucristo y un sólo y mismo Espíritu» 3 68 • Creemos que esta explicitación del nombre de Tptá:; en sus Hipóstasis coloca en su justa medida la importancia trinitaria en el pensamiento dionisíaco, dejando minimizadas ciertas interpretaciones unilaterales del mismo 369 • Resta, para concluir la &cowu¡1[a del CD, la indicación de las dimen– siones cosmológicas y jerárquicas en que se instalan los nombres divinos de ¡wvá:;, ,ptrl:;;. 3. El mérito más genial del CD es el haber conseguido una férrea tra– bazón sistemática, profundamente cristiana, con elementos muy varios: neoplatónicos, mistéricos, pitagóricos, estoicos y patrísticos. Tratados todos ellos desde la aceptación de la Sagrada Escritura como norma fundamen– tal interpretativa. A lo que cabe añadir, la visión del Dios cristiano según la óptica del discurso paulino: la del Dios Desconocido. Esto se aprecia de modo muy particular en la concepción del universo. La distribución ontológica de los seres, en el cosmos dionisíaco, tiene en su cima a la Tearquía, en la que se dan las ideas ejemplares y las virtudes en razón de las cuales aquellas pueden pasar a la existencia. Pero ¿cómo se con– figura la Tearquía en sí misma? ¿Cuál es su intimidad recóndita? Como ya se ha indicado anteriormente, esto sólo se nos manifiesta por la revelación. En CH, EH y DN se afirma con toda claridad y preci-– sión que la Tearquía es ¡v,·1á:;;, bá:;; y ,r,irl~ 370 • El primer orden de la tríada jerárquica angélica enseña que la Tear– quía es Unicidad en unidad tripersonal. Y la Providencia universal es una de sus prerrogativas. Como la función de la jerarquía cosmológica dio– nisíaca es la deificación, tenemos que ésta ha de realizarse en una plas– mación cada vez más adecuada y exacta de la Tearquía en los seres crea– dos. Es decir, del misterio trinitario que ha de ir haciéndose vida en nosotros, para nuestra deificación. Estas ideas de CH y EH se repiten en DN. Aquí, todavía con mayor distinción terminológica. En efecto, aquí, la Tearquía es afirmada como Mónada, Unidad y Trinidad. Como Mónada por su simplicidad, como Unidad por su impartibílidad o indivisión y como Trinidad por sus Hipóstasis. 368 DN 980b: «xat sI<; OeO; Ó Ha-:Yjp, X(.Ú ~[:; Kúpw:; 'I-r¡:ro~;; Xpv:r-:::0~, x.cú S•; xr.Ú tO aU--cO ITvE5\1CP>~ 369 Nos referimos a las opiniones, citadas ya en ocasiones distintas, de O. Gon– zález y V. Lossky. En realidad, el tema trinitario apenas ha sido tocado por los autores al tratar el CD. Hornus promete un estudio sobre este tema, pero desgraciadamente se trata de una promesa no cumplida. Cf. Hornus, 'Les recherches recentes sur le Ps.-Denys...', Revue d'histoire et de philosophie religieuse 35 (1955) 415, n. 31. 370 CH VII 4 (212c): « (8wp1.ia )... xd p:r¡v o,t 1wvd; h:t xal sw.;k ,ptcrur:ócr,a-r:o~"· •Porque (la Tearquíal es Mónada y Unidad tripersonal». Gandillac, como ya se ha indicado anter!ormen!e• ~rad;1~e-~vrls: ;Ptcrur:ó~~a,o; por «Unitrinidad•. DN 589d: «,:r,v lhapY.iav ópw– ¡t-Ev•.• w~ ¡10vaoa \LSV xat sw.rna... w~ Tptaoa... «Consideramos a la Tearquía como Mónada, Unidad y Trinidad...•. En DN 981a en contexto apofático ocurren ¡i.ovd;, É•;Ó,Y¡~ y Tptd~. 11

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