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160 Vicente Muñiz Rodríguez Hijo; de modo que a cada Persona le competen alabanzas propias y sagradas» 362. La segunda hipótesis presenta dimensiones varias, según la diversidad de nombres que recibe. Por un lado, con los nombres de 'h¡aoüc; y Xpta,óc; se nos presenta la Encarnación y la obra redentora con toda la proble– mática que comporta y que cae fuera de nuestra investigación. El nom– bre que más directamente enlaza con el misterio trinitario es el de Aópc;, que revela la filiación de la segunda Hipóstasis respecto de la primera. A Aó·roc; se atribuye el descender a nuestra condición humana tomando carne, entrando en la historia y en la economía de la salvación 36 3 • Por otro lado, entre los atributos que el Hijo posee, en cuanto Divinidad, comunes con el Padre y el Espíritu Santo están el de «Señor» y el de «Bueno» 364 • El Espíritu Santo, en el CD, adquiere una configuración semántica bastante desarrollada. De manera normal, se encuentra casi siempre cali– ficado por el adjetivo &sapz.txóc;, con el que parece quiere evitarse cualquier confusión interpretativa tendente a disminuir en algo su Divinidad. Al Espíritu Santo compete acción santificadora sobre los que han de iniciarse en el Bautismo. Una vez, dignos de entrar en comunión con el Espíritu teárquico (es decir, en gracia de Dios), pueden acercarse a la Eucaristía 365 • También a El compete conducir la ciencia jerárquica hacia la contemplación. En relación con las Hipóstasis Padre e Hijo: él es Espí– ritu de la verdad procedente del Padre y en nombre del cual y por su recepción pueden los Apóstoles perdonar los pecados de los hombres 366 . Junto con Jesús es como un germen divino, cuyo origen fontal es el Padre. Pero a diferencia de toda paternidad y filiación mediante la que los seres creados pueden llamarse «hijos de Dios», el Espíritu teárquico permanece en sí mismo transcendente e inasequible a nuestra palabra y conocimien– to. Igual que a toda otra deificación posible 3 6 7. Digna de destacar es la fórmula que aparece en el último capítulo del 362 DN 641d: «Móv1) os 7.Iff(¡ ,r¡c; ú.:zpoucr!ou Osónp:o; ó IlatY¡p, oih tív-r:oc; Iíou, 9uí.a1:1:Ónmv OE -ccl olxeia 1:Wv Ú\1'1wv ELHz¡W<; h:d:rt:"{¡ 1::Wv &EapxtxWv Ó1tocrcdcrswv». Igualmente en DN 637c, aduciendo a Jn. 10, 30; 16, 15 y 17, 10 afirma que, en cuanto Divinidad, les competen los mismos atributos. En cambio, en DN 640c se dice: ,Td OE ota– xexptp.Éva, -cO IlatpO; ú1::2p0Ócrtov óvop.a xat xp~p.a, xat Iíoü, xal IT, ;súp.cn: :ot;, oUOs11{a:~ ~v -coú-rot<; dvtta- 1:poq;ijc;, ~ óí.wc ; XOtVÓ1:1J1:0<; E-7.ElOO:"(O\LEVr¡<;». «Existen también nombres distintos correspondientes a realidades distintas, unos y otros igualmente supersustanciales: el Padre, el Hijo y el Espíritu, ya que estos térmi– nos no son ni comunes ni intercambiables,. 363 DN 644c. 364 DN 367a. 365 De manera normal, Ilvsup.a va acompañado del adjetivo &eap)'_txóv. Solamente, a modo de excepción, se encuentra una sola vez calificado por el de ,.A.wpxtxóv y otra con cí'7tov. En EH 564b1 y 564b, respectivamente. En este último caso, cita el evangelio de Jn. 20, 23. Los pasajes a que se refiere el texto son los de EH 404c y 404d. 366 EH 564b 2 • 367 DN 645c,.

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