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152 Vicente Muñiz Rodríguez a Dios. En DN, en cambio, todo el pensamiento dionisíaco se presenta en constelación semántica con apti} ¡i.óc ; evocando doctrinas pitagóricas. En el sacramento de la Eucaristía, Dios permaneciendo inmutable se comunica a muchos. Y en vez de escindirse, de desgarrar su principio uno, simple y compacto (évu:wxv, á,:kf¡v, crnv211:,1J 1 fLÉVY¡\I apz~v) lo que realiza es la conversión de lo múltiple a la máxima unidad: la de la unicidad 331 • En la Jerarquía Eclesiástica, monjes, pueblo santo y órdenes purifi– cados constituyen la tríada de los iniciados. Estos últimos, cuya función principal es la de la purificación, están confiados a los ministros que las santifican para que puedan acceder a la contemplación iluminadora y a la comunión de los sacramentos más ricos en luz 332 • El pueblo santo forma el orden contemplador o iluminado (&smpY¡W{T¡ ,ci~tc; EH 536d y 532b). Y los monjes (lhpco:fo,at) se consagran a Dios de manera indivisa. Esta indivisión en la entrega personal del monje a Dios, le conduce a la meta de su unión con la sagrada Mónada. El monje se hace uno con el Uno y entra a formar parte del Uno en su más alto grado: el de la Unicidad (533ad). En DN, dpt& ¡i.óc ; es el término mayor número de veces asociado a ¡wvác;. Todo número tiene consistencia en la mónada ¡1ovciot DN 820d) y de ella procede 820d.J y participa CDN 977c). Para los pitagóricos, Movci:; era el principio de los números pares e impares 333 • Para el Pseudo-Dionisia la Mónada es principio de toda dualidad y de toda multiplicación posterior numérica 334. Al tratar de la eternidad en Dios, el DN alude a las dos figuras con que en la sagrada Escritura se la representa: la figura de un anciano y la de un joven. Con la primera, según el Pseudo-Dionisia, se significa que Dios existe desde el principio; con la segunda, que en él no se dará jamás envejecimiento alguno. En efecto, la vejez a su manera es apta para indi– carnos que Dios está existiendo desde el principio. O mejor, que El es el primero en el orden del tiempo. La juventud, en cambio, puede hacernos ver cómo el ser divino se entrena cada día. Y esto, porque es la etapa de la vida más cercana a la del comienzo. Siempre los números que siguen inmediatamente a la unidad (¡wvci:;) merecen ser llamados «principios» con mayor propiedad que los números que de ella se alejan y progreden en su multiplicación 335_ 331 EH 429a. 332 R. Roques, 'La doctrine du Pseudo-Denys. 4. L'Univers des intelligences humai- nes', DS III 271. 333 G. Fraile, o. c., 120-22. 334 DN 721: «ITaaa ¡dp Oud; oLlx dpz~, \lOVd½ os Ecrtat r:cb,¡; OoáOoc; dpx.1». «Ninguna dualidad es principio, la unicidad es principio de toda dualidad». Y en 820d: •zd Tdr sv p.ovcídt ,:éic; dpt&poc; &·102tMi; ,;oc,[í:D,,crn;xs• «Todo número preexiste en la unicidad isv ¡w1áot) bajo la forma de uno». 335 DN 820d: <<xo:1 sxst ,:d.v-ca dpt !lp.ov ~ p.ovdc; ilv /ian·f¡ p.owzxw~. xal ,:éic; dpdlp.oc ; f¡vw-cat ¡1sv sv -r:TI p.ovd(h. xaü·' Ooo'J OS -cf¡c; p.ováúo:; -;:poÉtcrt~ zccccl 1:ocroú-cov Otazpivs--cat xaL -::).. r¡&6vs1:at»& •La unicidad contiene todo número unitariamente; y todo número recibe de la unicidad su propia unidad y en la medida en que se aleja de la unidad se divide y multiplica».

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