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144 Vicente Muñiz Rodríguez cuenta. Para la Tearquía se emplea el verbo ascensivo «civá-rEt•. A la Tear– quía deben subir nuestros salmos de alabanza. En cambio, la divinidad (&Eó1iJc;) debe sin más ser alabada ( u¡1vzhm) 310 . El adjetivo • , oí,o:,, se aplica de nuevo en pasaje sucesivo a Tearquía 3 11 • Pero quizás la especulación más interesante en torno a Tearquía en el DN sea la que enlaza este término con «1rnoooo:,, en contextos trini– tarios y de actividad creadora. Refiriéndonos al término «itpóo1loc;, habla– mos de los procesos de unificación y de diferenciación (Évruost=, xa.i ~ta.x.picrrn;) en la divinidad, dentro de la semántica de OEÓ1iJ:,. Toca, ahora, analizar su respecto a Tearquía. En las definiciones que el Pseudo-Dionisia hace de •ÉvruoEtc;, y de , ota.x.p[oEt=,, extraña que la primera no sea aplicada a nin– gún nombre concreto de la divinidad, sino a una expresión con la que se indica sencillamente la instalación transcendental de Dios en una categoría ontológica, cuya esencia permanece siempre recóndita y secre– ta. Parecidas o equivalentes expresiones ocurren en el CD y hacen entrever cuál es la divinidad que está por encima de todo nombre; a quien com– pete toda clase de atributos y su total negación; que es polionomástica y anónima; el Dios que hombre jamás vio: el Dios oculto 312 . Así, para definir las uniones divinas, se nos dice: « oh:-7¡c; xa.&'·í¡ p.ac; íhwi,o·ftxr¡c; íta.pa.oocrEmc; tEpop.ócr,m ,de; ¡úv fi'l(ÍJCiEtc; ,d::; &Eta.::;, ,ác; ,f¡c; Óít2pa.ppf¡,ou xai üitepa.p<Íicr-:ou ¡wvq10- , .. ., , ~ "' ' -rrrcoc;, x.pu <pta~ xat avcxq;iotTr(Cúuc; ur.:zptopooEtc;:: 4 «Los autores sagrados de nuestra tradición teológica, denominan unio– nes las ocultas y misteriosas propiedades divinas de la esencia eterna que no puede ni ser expresada ni conocida» C640d). Vemos, por tanto, que la instalación ontológica de la divinidad es respecto de «¡1ovqi.01:·r¡-:o::;», Ó7:2p– a.ppr¡1:0u xa.i llítEpa-¡vúJcr,ou: y respecto de « Óítcptop6crstc;,, x.p6tpta::; xai cinz:pot,íp::ouc;. Es digno de notar cómo la palabra úr.2p[1lpucrt::;, en contraposición a i'.opucrt:; que se utiliza aunque parcamente también en otros tratados del CD, solamente se cita y usa en este lugar 313 . Los intérpretes dionisíacos, al hacer hermenéutica de las ÉvcíicrEtc;, las refiere habitualmente a los atri- DN b ,..,, ' '" ,, ,.,. 310, ' ~37 ~,: (( I\°:l t~ xat~v OE '!'ª\hí.,O ªº'fO'J s,-::~ ;r¡\ º'EO'l":OtOV i{(I.!. ,:o at1:tov xw 7:(l',rt:a QOG. U¡S 01.r¡:; fh:ap1,.u2~ 201:tV, L1tvtpO{av». &sr~-:·r¿1:o::; Úp.v::Ttat xcd -:O ~Wi;. xal -:O -;:/5.•:;r¿•¡ d·1á 1 Et ,d ).ó 1 ta ,r¡v lhapx.txr¡v «Lo bello y lo sabio es alabado de toda la entera divinidad, y la luz, la actividad creadora, la causalidad todo lo que es propio de la Tearquía eleva su voz a la forma total teárquico». El aspecto estético en el CD, ha sido estudiado por Putnam, C., D., Beauty in the Pseudo Denis (Washington 1960). 311 DN ib. 312 A través de la lectura del CD, me ha quedado la impresión de que la impor– tancia de expresiones como la presente, detrás de las cuales subyace la formulación del Dios oculto no han sido puestas de relieve. Y, que a veces, de estas formulaciones depende gran parte de la especulación sobre el «verdadero significado de Dios para el Pseudo-Dionisio•. Los estudios de Puech y de Lossky especialmente sobre las tinieblas, por exceso de Luz en la divinidad, lo mismo que el de Roques en DS, sin darse cuenta de esta base aluden a la fuente apofática cognoscitiva que es la más visible. Sobre el Dios oculto, ver también breve alusión que a El hace Vanneste, o. c., 22-23 en donde indica que la metafísica dionisíaca se mueve en dos niveles, el de la transcendenciv divina y sus emanaciones triádicas y el del juego de los opuestos. 313 Indices pseudo-dionysiani, 79 y 139, respectivamente.

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