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La Tearquia, nombre de Dios 143 la ley de la mediación descendente se realiza como una suerte de provi– dencia. Es de interés señalar que el principio motor de tal actividad es el «Espíritu Teárquico» (f}iwpx_txov Ilv1::ü1w.). En las fórmulas trinitarias, el término Ilv1::üp.a. designa el Espíritu Santo. Se observa, así, cómo y hasta dónde la concepción dionisíaca del universo penetra toda la especulación del CD. La unicidad de la providencia la expresa el Pseudo-Dionisio con las siguientes fórmulas: «pfa 1 áp fo,tv i¡ r.:áv,illv cipx_·~ xa.l r.:póvota.... » «Uno sólo es el principio y la providencia de todas las cosas» (CH 4 B24 [2611) y •a.ll, f¡:; p.iv pfa:; cir.:ávtill'I 'r~knoo r.:povo[a.:;... » de la misma y única providencia que abarca a todos Clos pueblosJ...» (CH 4 C34 l261c]). Por último, «,f¡c; ftta.:; a.tJ,f¡:; xa.1 1r: a.vm ,[oo xpóvota.» «de la única y misma providencia que es causa de todo», DN 597a. El pensamiento areopagita en torno a &ca.pia. dentro del DN y refe– rido a sus contextos inmediatos podría ser resumido en tres puntos prin– cipales: transcendencia de la &ea.px_[a., su relación al universo creado desde la interioridad recóndita y secreta de su modo de ser y, por último, leve alusión a dimensiones soteriológicas hacia las que camina el cosmos. Como sucedió en CH y EH, la transcendencia de la tearquía se declara mediante adjetivos que se aplican igualmente a &Eó::; y a f}¡;;frr¡:; Así, 6rce:po6- crwc; y xp6qno:;. El último adopta forma nominal abstracta mediante el artículo neutro ,ó. En cambio, en pasaje inmediatamente anterior, se pre– dica adjetivalmente de &Efrljc;, formando pareja con órce:po6crto::;. En el texto aducido para & ea.px[ a. se nos añade la situación supereminente de esta rea– lidad, instalada sobre toda mente y esencia. Por otra parte, igual que la divinidad es imitada por la tEpa.px_[a. de los órdenes (,d~t:;) supercelestes. Con el atributo civómJ¡rn::; entra en el ámbito de la dilemática apofática y catafática. Su carencia de nombre se debe a su situación ontológica, «so– bre todo nombre». Y nuestro conocimiento, a este respecto, debe seguir también la vía de la afirmación y de la negación. Resultado de ambas es el anonimato de la Tearquía. Es de notar cómo la dimensión semántica de todo el parágrafo octavo, en que se encuentra nuestro texto, se entre– cruza con la de &Eói:;, &eórt¡i:; 309 • Otro objetivo que se atribuye a &sfrr¡c; con el mismo valor que a &ea.pia. es el de •o),oc;». En un pasaje se encuentra utilizado en forma literaria paralela con &són¡::;. Así, lo Bello y lo Sabio compete a toda la entera divinidad (,f¡c; w:r¡c; &2frr¡,oc;) y la Luz, la activi– dad creadora y la causalidad a toda la entera Tearquía (,r¡c; okr¡::; &ea.px_[a.c;). Un rasgo literario, con cierta impronta semántica, ha de ser tenido en 309 DN 588c afirma que no se ha de atrever uno a hablar ni a pensar acerca de la oculta y supersustancial divinidad (r.t:spt... '* Ór:t:spoucriou xal xpuq:,{a:; 1hó·1:1¡1:0c;.••) sino lo que la misma divinidad revela. Y, un poco después, en 589a se habla de «lo oculto de la Tearquía que transciende toda mente y sustancia»: ((,o p.sv ódp voüv xat oua{av tij:; 1:hapy_/ac; xp6qnovJl. Para el adjetivo «dvwwp.o:;» en donde se nos da el significado del ano• nimato divino, en DN 596a: «'Avwvup.ov p.sv ÚJ:; ifra•1 q;acrt, u¡v 'ih.apyJav ai'.rn¡v sv p.tq -cwv ¡wcrnxwl\ crup.~o}..tx'l¡~ fh:ocpavela½ ópá.:¡smv &7.tt :f.. f¡Eat 1:4> cpf¡oav-n, Ti 1:0 ÓVO\lÚ aoo;}) «¿Pues no es efectivamente admirable este nombre que sobrepasa todo nombre, este nombre 'anónimo' transcendente a todo nombre que se nombre en este siglo o en el futuro?».

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