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La Tearquía, nombre de Dios 141 y en EH. La segunda sobre el alcance de la ley de la mediación en el ám– bito cognoscitivo .humano. La acción teárquica se presenta como don divino (ompov) como fuerza (!vip 1 im1.} y manifestación ( !xqia.vo •.::;) de la divinidad (!h,ón¡::;). El contenido de esta actividad, purificación, iluminación, unión y perfección se designa con los términos « xá.t}a.pcn::;,, , sA.A.a. ¡J.qn ::; », «llwo::n::; », «csA.Efm::;t::; ». La acción teár– quica en su proceso descendente, formando contexto con t}wpzfa., utiliza este término en nominativo con verbos de donación o participación unas veces; otras, emplea las preposiciones fl.E,á o br.ó rigiendo t}wpz[a. en geni– tivo. Es de notar, aquí, que el término , r.póooo::;,, cuando es utilizado en contextos de la mediación nunca se refiere a Oca.pz[a., pierde su sentido emanatista y es numéricamente empleado sólo 6 veces en CH y 3 NH, mientras que en el DN lo es 20 veces. En efecto, r.póooo::; se liga semántica– mente con su término inverso «E;:t::;,oo'.Of¡ », en tres ocasiones; dos en el CH y 1, en el EH. En el primer tratad~, la divinidad es designada con el nombre de fü:ó::; o se hace referencia al Padre de las luces. Todos los res– tantes empleos marginan el significado emanatista y hablan simplemente del «proceso» de la mediación. En el neoplatonismo, el r.oóooo::; es emana 0 ción en el sentido de que el término a quo y término ad quem del proceso es la misma sustancia. Por ello, emanación y panteísmo se encuentran a un mismo nivel. En cambio, en CH y EH el uso del r.póooo::; recurre sólo como término significativo de una procesión sin aludir para nada a la identidad de sustancias sometidas a su dialéctica. Más bien, denota sim– plemente «el proceso», la transmisión del contenido de una actividad rea– lizada por un grado ontológico a otro 3os. Nuestra jerarquía, constituida por espíritus encarnados, está sujeta de algún modo a lo sensible y no puede escapar totalmente a ello. De aquí que el conocimiento de los misterios divinos se nos den siempre de forma mediata. Esto se hace patente, por ejemplo, cuando el Pseudo-Dionisia comienza a especular sobre el universo de las inteligencias puras o jerar– quía celeste. Sobre éstas pueden suscitarse problemas diversos: número, naturaleza, perfección. Sólo el Principio divino que las perfecciona (!J.óvr¡v axptpm::; c:ioévm :.pr¡¡J.i ·6¡'1 rhwrnxf¡v ,ú.2.wpz[av) conoce y sabe estos misterios. A nosotros nos llegan, en aquello que pueden ser captados por nuestra 305 Contrariamente a lo que sucederá en el DN, en CH y EH el término «;-;oóoooc;» no configura constelación semántica alguna con &wpx!a.. Los textos en que ocun!e son: CH I 1 BB (120bl : VII 3 B24 (209bl; VIII 2 C29 C240cl; IX 2 B21 (260bl; XV I C31 f32Bcl; XV 6 D42 (333d); EH 392b, 397a y 429b. En algunas ocasiones, «;-;póoBoc;» se ofrece en configuraciónes semánticas con "i;-;tcr,po-pr¡>>, por ejemplo, en CH IX 2 B21 (260bl y EH 429b. Corno muestra del significado que adquiere de «proceso descendente», he aquí un texto: << ••• í:pO; &mrcd:.; OE Ota;:opoücrt -::pó-cspov, &vústzv~p.swxt ~J.É:'J fh::t p.a&rrnWJt xcá -cr}; &soup¡txf¡c; rvWcrawc; &y{svi:a:t, \t'l¡ 7:pohr¡OW~at OS i:~c; xr:n:d fh:lav 1:póo00·1 EvOtOopJv,¡~ i)J-.rítitsm;:;». CH VII 3 B22-24 (209bl. «Pero los espíritus celestes de grado más alto se interrogan primeramente con perple– jidad sobre sí mismos, mostrando así que quieren ser bien instruidos y poseer la ciencia de las apreciaciones divinas, sin ir más allá de la iluminación que les ha de llegar según un proceso divino (lleia.v ,;póooov))).

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