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La Tearquia, nombre de Dios 139 grada Escritura. En ésta se nos dice que a Dios no le ha visto ni le verá jamás mortal alguno. No obstante, el Pseudo-Dionisia debe admitir tales hechos, realizados por Dios según nuestra naturaleza por medio de sím– bolos sensibles. Estas manifestaciones divinas son denominadas «teofa– nías» por los teólogos 299. Inmediatamente después, el pensamiento areo– pagita insiste en defender la ley de la mediación también para dichas teofanías: «todos los venerables patriarcas recibían la inteligencia de estas misteriosas manifestaciones por medio de los espíritus celestes» 300 • La gratitud con que hace esta afirmación obliga a nuestro autor a pro– poner su tesis en forma interrogativa: Si es verdad que la misma ins– titución de la ley, según la tradición (i¡ ,fov ÁoTÍoiv -n: a.pá~ ocru;), se presenta como entregada directamente por Dios (&aóc;) a Moisés, para que éste nos enseñase que ella es verdaderamente la figuración de otra ley divina y sagrada, ¿no enseña la Teología así que es claramente por la mediación de los ángeles que llega hasta nosotros, en virtud de esta regla divina que establece que a través de los entes del primer grado, los del segundo sean elevados hacia lo divino? 3° 1 . El pensamiento del Pseudo-Dionisio respecto a la ley de la mediación, por otra parte, no deja lugar a dudas. Por la mediación del último grado ontológico angélico, la jerarquía eclesiástica puede ascender a la realidad divina. Los ángeles, en efecto, han guiado a los santos patriarcas hacia las cosas divinas. Y ellos elevan también a los obispos hacia estas mismas realidades. Ellos, igualmente, son los encar– gados de conducir las naciones a la ejecución del plan providencial divi– no. Mediante su influjo y mediación, se efectúa, en definitiva, nuestra ascensión espiritual y nuestra propia conversión 302 • A este proceso dia– léctico de mediación descendente corresponde en sentido inverso uno as– cendente. Tal duplicidad no debe engañarnos, haciéndonos pensar que se trate de dos momentos separados. Uno, en el que lo divino desciende en su donación teárquica hasta el último de los órdenes jerárquicos; otro, en el que se da un retorno gradual de las creaturas hacia Dios. No. Proceso dialéctico descendente y ascendente son recíprocos y no subsisten sino en unidad simultánea. No pueden ser concebidos separadamente. La Tearquía, también en el proceso dialéctico de la mediación ascen– dente, es la fuente de donde procede la gracia y la virtud que posibilita el movimiento anagógico hacia lo divino de las creaturas. En esta ocasión, se advierte que se presentan algunos términos comunes con los contextos 299 CH IV 3 C28-D. 300 Ibid.: un paralelismo de las citas pseudo-dionisíacas con los textos de la sagrada Escritura que alude lo expone Gandillac en la edición crítica de CH, p. 97, n. 2. 301 CH IV 3 D46-A4 (280d, 181a): «OlúCl:iXEl <JE Y.al ·ruü,o crmpwc; ~ lho),oria 1:0 ót' dnD,mv aUt~v ele; ~p.éic; í:poÉA.frsT•,; lle; -cf¡~ {hwvoiuxf¡c; tci~sw:; Éxsivo ·&s:1p.o&s1:06::n¡:; -r:O ?hd 1:Wv r:púrcwv tcl Osó- 1:epa -r:poc; ,o Ocfov dvarfo&m. 302 Nuestra exposición se ha referido sólo a textos sincrónicos en cuya estructura se encontraba el serna de la Tearquía. Una visión completa y de conjunto en relación con el tema la hace Roques, en su libro, por lo demás ya clásico y definitivo, L'Univers Dionysien... 101-11.

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