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130 Vicente Muñiz Rodríguez Según esto, la jerarquía se nos presenta, ante todo, como una ordena– ción o colocación distributiva de los entes que por proceder de Dios debe ser considerada como sagrada. La jerarquía es, pues, «tá~t:;•, pero •tá~t:;, armónica que obedece a una voluntad divina y que, como producto de ella, es una «orden» (1'),¡;:;;¡u.í:;) en el sentido de «mandato». Tal mandato toma como punto de partida la providencia y bondad divina en su libe– ralidad y exige, en correspondencia, una acción de la creatura que con– duce a ésta a realizarse en toda su propia perfección. En segundo lugar, la jerarquía es una ciencia (,bn:;;,f¡p:r¡). El vocabulario dionisíaco, a este respecto, enlaza frecuentemente como sinónimos los términos de contem– plación (thwiplo:), iluminación (n,Ao :p.qn :;) y plegaria (s~xf¡), referidos a füo:px[o:. Sin embargo, la 1b::tcr,f¡11·t¡ corresponde a un estado más perfecto que aquél de la &zmp[o:. Por ello, se une a los primeros órdenes jerárquicos de cada tríada ontológica (por ejemplo, obispos y monjes en la jerarquía eclesiástica). La fhmplo: y la iluminación o lHo:11yi:;, en cambio, se refieren a los órdenes o clases intermedias 210. También la plegaria (s6xf¡) adquiere dimensiones gnoseológicas por su relación con la fe y la verdad. El cómputo de la plegaria es el de lograr que las inteligencias cobren conciencia más viva de su fe. Y gracias a la estabilidad y permanencia de la verdad se liberan de la movilidad cambiante, inherente a toda clase de error. La plegaria, conduce así, a la fe y pone a la inteligencia en el camino de un conocimiento más emi– nente y santo que constituye la unión a Dios 271 • Por último, la jerarquía es una actividad cuyos elementos esenciales son la purificación, la iluminación y la perfección de los entes. La puri– ficación desgaja la inteligencia de todo aquello que la pueda hacer dese– mejante a Dios. Propiamente se da en la jerarquía eclesiástica, posibili- ternaria, en cambio, parece que el Pseudo-Dionisio la recibe de Plotino, aunque como ya indica R. Roques no se ha de exagerar en esto demasiado. La concepción filónica y gnóstica del cosmos se diferencia del CD radicalmente. En aquella, los intermediarios de las triadas se multiplican revistiendo una amplitud inusitada. Y las reglas de divi– nización progresiva dionisíaca, sustancialmente cristianas, son extrañas totalmente a la economía de la salvación gnóstica. Una ampliación de estas ideas se encuentra en R. Roques, 'La notion dionysienne de Hierarchie' I 202. Sobre todo, en la n. 3 para las filosofías de los neoplatónicos, Proclo y Jámblico. (Citamos, por mayor comodidad, los dos estudios de R. Roques indicados anteriormente en n. 266, en correspondencia con los números I y II, según fecha de aparición). No puede olvidarse tampoco la concep– ción paulina jerárquica que aparece en las cartas a los Efesios, Colosenses, Romanos. Como ejemplo, más concreto, véase 1 Cor. 15. 270 R. Roques. I, haciendo ver la influencia de la concepción cosmológica platónica en la dionisíaca hace la contraposición entre «s-1:tcr1:rj¡u¡» y «oó!'.;rL» La primera corres– pondiente a o reino del orden no inteligible) y la segunda a «di:a~ia» corres– pondiente al «mundo de las opiniones o del desorden. Así, en 33-36. Esta ~ontraposi– ción se encuentra anteriormente en el famoso fragm. 1 de Parménides. La i!iJ.ap.~tc; se diferencia de la ktcr1:rj¡11¡, en que mientras ésta alude a la pura dimensión gnoseo– lógica de la divinización, aquella comprende todas las gracias concedidas por Dios sean o no intelectuales. Para la distinción entre b:ta;:rjp:1¡ y «&swpia», CH III y EH 532b, 536d, 504b y 516b. 271 R. Roques, L'univers Dionysien..., 128-131, expone con amplitud sincrónica todas las dimensiones de la plegaria.
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