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122 Vicente Muñiz Rodríguez En un tercero y último momento, el bien que hasta ahora ha sido fuerza difusora de la divinidad se abre hacia una dimensión original nueva: la participativa. Mediante una acción libre, comienzan a subsistir en sí, fuera de la divinidad entes que participan del mundo paradigmático, imitándo– lo, reflejándolo, siendo sus iconos 245 • Esta participación puede, por ello, en algún momento denominarse también «emanación» (ri:póoaoc;) y «gene– ración» (ix ,ou &sou), pero con un contenido significativo muy ajeno al pan– teísta. El amor que produce el bien en cuanto existe, no queda infecundo en sí mismo, sino que obra según la sobreabundancia capaz de generar toda cosa 24 6. Corderio, comentando estos pasajes dionisíacos, afirma que Dios es participable según sus comunicaciones, bajo el aspecto de causa– lidad, produciendo de la nada y poniendo en el ser. No puede partici– parse de Dios como la especie participa del género, o como los singulares participan de los universales. Y Pachimeres subraya que Dios se dona a todos, pero cada ser toma «según su capacidad esencial». Dios, sin em– bargo, permanece siempre «imparticipado» respecto de las creaturas en su sustancia. Entre El y las creaturas no existe comunidad alguna que haga pensar en una confusión o identidad en sus naturalezas. El Pseudo- de las iltaxp/cmc; como r:póooo; y hyávcrctc;, como emanaciones y manifestaciones de la Tearquía. Esta visión ejemplarista del -.póooo; se encuentra un tanto enfrentada a las posiciones de E. Corsini y R. Roques. El primero, obsesionado por hacer coincidir el pensamiento del -.póoooc; dionisíaco con el del de Proclo a través del comentario al Parménides. Y el segundo, porque intenta poner de relieve las funciones de la jerar– quía, dentro de las cuales el r:póooo; no es más que un intermediario. Ciertamente, hemos de defender: 1. 0 ) Que en todos los pasajes en donde sale el término xpóolloc;, según los Indices pseudo-dionysiani, 121, no significa nunca proceso alguno emana– tista de un orden jerárquico superior a uno inferior, sino que se trata siempre de «creación» por Dios de las Inteligencias o del mundo corpóreo mN 592a, 648bc, 700a, 824c.. .l o del mundo espiritual (DN 816cdl. Y en este último, más en concreto, el DN se opone al pensamiento de Proclo. Según éste, existen multiplicidad de r:póooo; «por sí•, «independientes y perfectas en sí mismas• que corresponderían a los dioses del paga– nismo (Cf. lnst. Theol. 114 ,115). 245 DN 638bc, 644a, 816c, pueden servir de ejemplo. 246 La interpretación del r:póooo; dionisíaco se ha movido en dos dimensiones irre– ductibles: la emanatista y la cristiana, defensora del concepto de creación. La primera, por su radicalidad, queda evidenciada por estas proposiciones de J. M. Hornus, 'Les recherches dionysiennes de 1955-60', cit. supra en la nota 53, que en p. 67 afirma no se puede comprender cómo una doctrina del r:póooo:;, cualquiera que sea, se salve del panteísmo o del emanatismo. Las palabras de Hornus van dirigidas contra Volker que en su obra defiende la concepción de la creación en el CD. Ivanka se coloca en la línea de Volker y P. Scazzoso, Ricerche sulla struttura... 174, haciéndose depender de Ivanka, afirma: 2. Ció e reso possibile in quanto Za dottrina emanatistica neoplatonica e stata cancel/ata da quella cristiana della creazione con conseguenza radicalmente opposte. R. Roques, L'Univers dionysien ... 76, con mayor ecuanimidad, escribe: si sa terminologie (se refiere a la dionisíaca, comparándola con la de Jámblico, Proclo y Platino en el tema de la creación) reprend de far;on presque servile celle de ses devan– ciers, on reste néammoins étonné de constater, au sein meme de cette présentation et de cette terminologie communes, des divergences radicales. Según Schiavone, el Pseudo– Dionisio ha corregido el emanatismo neoplatónico en el sentido de que su necesita– rismo ha sido trasladado al ámbito de la racionalidad, pero ha pagado tributo al neo– platonismo aceptando la creación como algo necesariamente esencial a la naturaleza divina. Cf. M. Schiavone, Neoplatonismo e Cristianesimo nello Pseudo-Dionigi (Milano 1963) 84-87.
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