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114 Vicente Muñiz Rodríguez de la divinidad?, ¿cuál es el término de esta participación?, ¿hasta dónde se extiende? En el tratado DN, el Pseudo-Dionisio sistematiza un conjunto de ideas de corte eminentemente ejemplarista y creacional, de modo análogo a cómo sucedió con &eó:;. También con &sóclJ:; el modo de ser de los entes creados es un modo de reflejar a Dios y de cómo Dios permanece en ellos. Para la intelección y expresión de su doctrina, el Pseudo-Dionisia emplea dos metáforas 219 . Trátase de la metáfora del punto central de una circunferencia y de la metáfora de la imagen o efigie grabada, como arque– tipo, en un sello. En la primera metáfora, se descubre que todos los puntos de la circunferencia participan del punto central, ya que todos equidistan de él. Sin embargo, el punto central permanece «imparticipado»; no pasa ni a convertirse en uno de los puntos de la circunferencia ni a formar parte de él, si así puede hablarse. Otro tanto sucede con la imagen del sello. La efigie del sello se multiplica y, con todo, permaneciendo en lo multiplicado, ni se identifica ni queda en ello apresada. En dos atributos de la divinidad participan los entes creados principalmente: el de la pro– videncia y el de la bondad. Por el primero, son dirigidos hacia la asimila– ción divina, hacia la «deificación» (&Ém:n:;). Por el segundo, adquieren el principio interno del dinamismo difusivo de la divinidad: son puestos en el ser y caminan hacia la unión bienaventurada con Dios. Esto obedece siempre a una acción liberal por parte de Dios, como lo testifica el verbo ompÉm. No se trata, pues, nunca de una necesidad. Como ya indicamos anteriormente, esta participación de los entes en la bondad y providen– cia divinas se extiende a todo lo creado. Es de carácter universal. La tarea analítica realizada dentro del término &só1:r¡:; ha conducido a una vivisección semántica, a una como «descomposición» de la unidad total significativa. Queriendo evitar esto, el Pseudo-Dionisia apela macha– conamente al adjetivo <oAo:;•. Cuanto se afirme de l}s,ó,:-~::;, ha de ser con– cebido como formando única y absoluta realidad. Tanto por lo que se refiere a las distinciones divinas (owz.p[;;e:t::;) como a las uniones (évóicrst:;). La consideración de esta única realidad por facetas o momentos es debida exclusivamente a la fragilidad de la inteligencia humana, que ha de tríbuir a la divinidad sus atributos siempre de forma eminente 2 2 0. 219 DN 644ab. 220 Haciendo introducción a los nombres divinos tanto pertenecientes a las uniones corno a las distinciones, se nos dice en DN 637c: ",oúi:mv ouv ~p.'i•, ~p ,rx.su> ~ 11sv iv ,:oúi:ot½ xai p.eptXÜ)~, Év rD\l..ou:-., ÚE lxauW~ Sx tÜJ'J í.. o¡lwv dí:0Ú2Úst1p.S'.imv 1:s xat Otmpv:111ivuw ór:o{rJ.v dvaT:tÓ~o:t Oew– vup.!av ó),.txY)v &rzstpf¡crop.Ev Sí.~ -cr,~ rTA.r¡:; af.rcY)v &er,í-t:r¡i:oc; &xA.r¡1t1:éov... » «En conclusión, habiendo sido demostrado este rnisrno argumento aquí con breve– dad, en otras partes con mayor holgura aduciendo pruebas tornadas de los sagrados oráculos, se debe afirmar que todos los nombres divinos en su totalidad, que rne pro– pongo explicar seguidamente, deben ser referidos a toda la entera divinidad•. Igual– mente, de la !l-Emv~1Lia en general, nos dice el Pseudo-Dionisia: «,:oi:ii:o 11ev ouv, xctt iv aJJ,ot; lEe,:a:cr&€v ~p.tv d1:00éúax1:at ,:o -::ácrrJ.; det td~ &eoitpeTCsT~ &;w•1u1tla~ oO p.aptxWc;, a).. k' a'rd -:::r¡c; okr¡c; xai 1:avi:e),oü;, xat ó).oxl~pou; xai r:).~pou; !l-eói:-r¡i:o; ú1:o twv ),or1mv &11vfo!l-m xal r:ácra,; aihd,; d11epw½, dr:oMi:m; dr:apan¡p~i:m;, óltxwi; á;:ácr-¡¡ i:Tj 6).ón¡i:t i:r¡i; ó).o,:e).oüi;, xat r:ácrr¡i; !l-eótr¡,o, dva·d&sa!l-m•.. » «También en otras consideraciones, he demostrado esto mismo: que la multiplicidad
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