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108 Vicente Muñiz Rodríguez La circunferencia A es el punto de partida. Se trata del vocablo 320,·,¡:; que goza, sin más, dentro del sistema lingüístico griego de un significado característico y cuyos constitutivos hay que determinar dentro del mis– mo CD. El resultado de la circunferencia A es una como «unidad germi– nal semántica» que se desarrolla y enriquece en las circunferencias By C. En la B, mediante un cuadro contextual de adjetivos y verbos a los que hace referencia directa e inmediata. Y en la C, por la fijación última de los límites semánticos en donde termina de cobrar plenitud máxima la «unidad semántica germinal» de l}eÓ¡;-,¡::;. Para que la clarificación significativa de l}¡;Ó¡;-r¡c; sea verdadera eficaz– mente, se precisa como en l}¡;ó:; de un preámbulo morfológico. La detenida lectura de los pasajes, en que se utiliza el término arroja los siguientes resultados. El tratado que maneja con mayor profusión /}só·n¡:; es el DN: 39 veces, por 3 que usa CH, 2 EH y 2 la EP2 y 1 MT. El uso de los casos se distribuye en esta proporción: el nominativo, 10 veces. 1, en CH y en EH, respectivamente; las otras 9, en el DN; el acusativo, incluida la vez que va regido por la preposición b;:Ép, 7 veces en DN y 1 sólo en EP2; el genitivo, incluyendo igualmente las veces en que va regido por las pre– posiciones ex, ed, ;:Ept, ;,.u.,á, 2 veces en CH, 1 vez en EH, 18 veces en DN y en EP2, 1 vez; el dativo, 2 veces en DN. 2o2. El contenido semántico que puede ser tomado como punto de partida -(esfera AJ- es la definición que de 1}2ón¡::; nos da el DN en 969c. Tal definición manifiesta dos aspectos. Uno, de carácter etimológico mediante el cual se enlaza 3.só, r¡:; con la contemplación (/}zmp[a) otro, el que proviene de la definición general en sí misma considerada y de los usos que de ella se hace en el CD. 203. La morfología semántica de la esfera B se encuentra constituida por un conjunto de atributos y verbos enlazados con /}eó'li::;. Ciñendo la aten– ción a los atributos, los hallamos de dos clases: comunes a los diversos nombres con los que se designa la realidad divina y típicamente exclu- 202 El nominativo se encuentra distribuido así: CH IV 1 D32 (177dl; EH 376b; DN 637b,, 641a, 645b 1 , 648c, 700a, 969c,, 980c,, 980d; MT 1048. El acusativo: 816c 3 , 953c, 956a 2 , 969b, 969c,, 980c,, en DN. Y 1068 en EP2. El genitivo: CH VIII 2 B16 (241bl (en los Indices pseudo-dionysiani por error se incluye en 241al; EH 484c; DN 593b, 597c, 636c 2 , 640b, 641d, 644a2, 645b 2 , 697c,, 816c,, 956a,; EP2 1069a. El dativo: DN 644a,, y 693b; Cuando va regido por preposición, el término lteó·n¡~ se encuentra según este uso: h, CH IV 1 C27-29 U77cl; t7.i con genitivo: 636c,. 637a,, 637b., 637; 7-Ept con genitivo: 588a, 588c, 636ca, 637b,; Ú7.Ép con acusativo: 816c y xa,á con genitivo: 637a, todos pertenecientes al DN. 203 La interpretación puramente etimológica sirve a Volker, o. c., para hacer de– pender la contemplación dionisíaca de la alejandrina. Un recto enjuiciamiento de esta posición lo realiza R. Roques, Contemplation, DS II 1785-87 y 1886, en donde expone este tema con explicación del vocabulario areopagita. Por otra parte, siendo íhón¡; una simplificación de la forma íl·etfrr,c;, posee la etimología de ésta. Ahora bien, tanto un término como otro tienen distintos usos en los Padres, independientemente de la etimología. A veces, usos sinónimos; a veces, no. Por ello nosotros atendemos a los usos que de l}zó-n;; hace el CD, de manera principal, dado que el aspecto etimoló– gico el Pseudo-Dionisio lo margina casi por completo.
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