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Nombre fundamental de la Divinidad 103 conocimiento: , ,,G ·íªP o - z:n:t &Üz Éaí:t'1 ripd}¡1.0:; .. UJ.i.. ci zo.t i-.O-ír1r.; es sólo la plenitud absoluta de la sabiduría y no inteligencia, sino que se sitúa por encima de toda razón, mente y sabi– duría» (DN 865a). En forma interrogativa, reitera la misma idea: q:fo:; os aUi:Oc; ó 3'c6:; ó ú~2oao~o~ cro~ia, za:t ·;o~~" xcú } .. O-¡o~ xcú · » {(¿Cómo el mismo Dios 'es 'alabado como sabio por encima de toda sabiduría, y mente y razón y conocimiento?» CDN 868cl. b) Se diferencia del conocimiento humano: 'l.a:,a 0·n ,a íh:ta vo-r 1 ,fov, oux wtfi¡¡vic;. «Por ello, el conocimiento divino no es según nuestro modo de conocer» ... CDN 865dl, en contexto donde habla cómo nuestro conocimiento está unido a lo sensible 188 . c) Dios (&Eo:;) conoce todas las cosas: , Kai,ot ;:rí.v,a a~-::ov EtoÉvat cpr¡o; ,d i,o-rw.. .. » «La Sagrada Escritura enseña que Dios conoce todas las cosas» CDN 868dl. dl El conocimiento de 0Edi;; es eminente, en el sentido de que es causa de todo lo creado y de que en su esencia se encuentran los paradigmas de todo lo que pasa a la existencia. Y por ello, Dios conoce las cosas, no en las mismas cosas, sino en su Esencia Divina 189 • Así, la realidad no es otra cosa que los paradigmas o las razones ejemplares, puestas en la existencia separada de la esencia divina. Según la transcendencia divina ontológicamente absoluta, que supera toda razón, todo espíritu e inteligencia, ¿cómo puede Dios (lteoi;;) ser apre– hendido gnoseológicamente por el hombre? Parece como si un talón de Aquiles hubiera de debilitar tal transcendencia absoluta, haciéndola de algún modo inmanente en la dimensión gnoseológica. Porque es un dato de la Sagrada Escritura que el Inefable, el Desconocido por antonomasia, puede ser conocido por el hombre 190 • La especulación pseudo-dionisíaca realiza un esfuerzo ingente por resolver la antinomia fundamental de lo divino: su inmanencia y su transcendencia. El conocimiento humano en torno a Dios pasa por tres momentos: el de la afirmación (lti€cai;;), el de la negación (dq;¡aipeatc;} y el de la eminencia (úr.:Epozf¡), también expresada por la causalidad (ah(a) 191 . La vía afirma- 188 Igualmente puede aducirse DN 869a: <,o ·¡dp iivoo·, xai dvaicrl.h¡.:ov xaH'úr.Epox.~v, ou xa-c'fA.}.et4tv E-:d 1teo5 'taY.-cÉov_ lÍ>rr-::ep xat -rO áJ.. o~¡o'J dva'tiÍh\lEV 'tt"p Ú7.:Sp /,.ó1ov, xai U'jv d-:Zl~etav 1:q, Úr.epi:Ei,EI zai -::po-r:e),eit.p." •Las cosas carentes de razón y de sentido han de ser atribuidas a Dios no por defecto, sino por exceso, como atribuimos también la carencia de razón a Aquél que está por encima de la razón o la imperfección al que es perfectísimo•. 189 También en DN 869c: «ó &Eo~ 'ta iívw ¡l'iillClXEt, oü ,1'¡ s.rtcri:~1111 'tlU\I ilr.:mv, a.na ,1'¡ Éau,:o'[¡». •Dios conoce los entes, no en la ciencia de los entes, sino en Sí Mismo•. Igualmente DN 869ab. 190 DN 866b alude continuadamente a 1 Cor. 1, 25 en donde la sabiduría divina se hace patente a la estulticia humana, aún superando esquemas y módulos estrechos de la razón. 191 Cf. n. 115 y p. 91. Aquí, presentamos un pasaje de DN 869d-872a en que aparecen la negación, la eminencia y la causalidad: wD.J.'h -rr,i; r:áv-::mv ni,v o-r.rnv ota,áEEmi;. {u~ &E aih:oi.i
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