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44 - A la luz de lo hasta aquí expuesto, no es difícil demos– trar la verdad de este juicio. I. º No se trata, pues, de probar que Del Vecchio es contrario a la doétrina tradicional católica: esto es ya evi– dente. 2.º Tampoco de probar que el fundamento asignado (la naturaleza del hombre nóumeno, entendida en el sentido de un monismo idealista) es falso y contradiél:orio: esto ya queda demostrado anteriormente. 3." Se trata sólo de hacer ver cómo, aun aceptada por verdadera tal concepción monística, el sistema es insoste– nible. A).-El concepto que Del Vecchio tiene de la ley de cau– salidad destruye toda responsabilidad, y, por lo tanto, el de– recho. Según él, toda causa es necesaria; donde tiene vigor el principio de causalidad, queda establecido ((irremediable– mente)) el determinismo; de donde se sigue que la imputa– bilidad, la responsabilidad, queda destruída. Esto es eviden– te, y Del Vecchio lo admite ( I ). Pero si donde vige la ley de la causalidad se da el deter– minismo, síguese que, donde se dé libertad, no puede tener vigor dicha ley. En el «yo nóumenon)), por lo tanto, como se da la libertad, dueña absoluta hasta de la causalidad misma, la ley de ésta no tiene valor; se podrán, pues, dar efeél:os sin causas, y las acciones no podrán atribuirse con certeza a sujeto alguno como a señor, autor, de ellas. Mas el derecho exige la libertad: Luego para que exista el derecho, es preciso que en el sujeto no se dé la responsa– bilidad. Pero, por otra parte, sin responsabilidad no puede darse derecho, como tampoco obligación, ni moralidad, como es claro. (r) Ob. cit., p. 344.
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