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- 34 - un pensador sincero, perspicaz y erudito, cual es Del Vec– chío, haya podido llegar a una concepción tan confusa y ar– tificiosa. El no lo indica expresamente; pero, a mi juicio, el camino seguido es éste : En el mundo resplandece un orden intrínseco admirable (concepción teleológica): el orden supone una inteligencia or– denadora. Por consigllienrc. o se admite la existencia de Dios, Inteligencia distinta, Superior al mundo y Supremo ordena– dor de éste, o lu,· que identificar la inteligencia ordenadora con la naturaleza misma. (Panteísmo de Espinosa o de los estoicos.) Del Vecchio. como tantos otros modernos, se empeña en prescindir de Dios para todo lo que sea fundamento de mo– ral o de derecho; tiene, pues, que aceptar el panteísmo. Mas é,1e llen consigo forzosamente el determinismo, que hay' que superar; porque, con él, el derecho es impo– sible. Para eso deja el monismo realista (necesario) y cons1ruye un monismo idealisb del (C\'Olí. al cual supone exento de la causalidad y. por lo mismo, de la necesidad. Y en es1e "Yºn. absolutamente libre y autónomo, pone el fundamento racional buscado. Tal es la dodrina definitiva, deducida como conclusión de ias consideraciones precedentes. ((Ahora bien --dice-; efte supremo grado de conoci– miento, por el cual el ((yo)) reconoce en sí mismo el principio del mundo, no tiene solamente un valor teorético, sino que constituye el fundamento de la EticaJ> ( I ). Las acciones aparecen como necesarias en la concepción (1) /(Ora, questo supremo grado di conoscenza, per il quale l'io rico– nosce in se stesso il principio del mondo, non ha solo un valore teoretico, ma costituisce il fondamento e l'essenza stessa dell'Etica.Ji Ob. cit., pá- gma 345·

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